viernes, 4 de julio de 2014

La abuela se ha apiadado de mi y ha venido a ayudarme - Sabía que no me dejarías en la estacada, abuela. - "La del problema es Pascualita, no tú, alma de cántaro. ¿O tienes mal de amores? pues ya sabes, un buen revolcón y listo. Así matas dos pájaros de un tiro: calmas los ardores y traes a mi bisnieto al mundo que ya va siendo hora" - ¿Entonces para qué has venido? - "Para llevarme a la sirena de paseo. Que se distraiga, vea otro paisaje, sienta otras emociones..." - Abuela, que estás hablando de una especie de sardina... - "¿Lo estás viendo? No tienes ni pizca de sensibilidad"

Poco después salia con Pascualita metida en el termo de los chinos, con media cabeza fuera para que se distrajera viendo pasar la vida a su alrededor (según palabras de la abuela) - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! Que desagradecida es tu abuela! Le he pedido que me lleve y me ha dicho que no ¡Con todo lo que he hecho por ella! - ¿Qué ha echo? -¡Comer aquí todos los días cuando ella estaba, para hacerle compañía!¿Te parece poco? - Bueno, es un punto de vista.

- Me he apuntado a natación. - ¡¿No tiene dinero para llegar a fin de mes y se apunta a natación?! - Por eso me he apuntado - ¿Por qué? - Por las dos cosas, mujer. La primera, porque es gratis para los jubilados... - ¡Que suerte tienen algunasssssssssssss! - Y la segunda porque allí podré "encontrar" alguna ayudita para redondear mi exigua paga. - ¡Cotilla! ¿No se refiere a lo que estoy pensando, verdad? - Piensa mal y acertarás, boba de Coria jejejejejejeje... Empiezo dentro de un rato ¡Adèu!

Era casi la hora de comer y ni la abuela ni la Cotilla habían vuelto. Entonces sonó el teléfono. Era Geooooooorge - Hello... Madame llamar a ti. Estar con polis. - ¿Polis?... ¡¿Policía?! - ¡Yes! - Cuándo hablarás bien, jodío... ¿Qué polis?... ¿Bedulio? - ¡Yes! - ¡La madre que la parió! - Colgué y el teléfono volvió a sonar - ¡¡¡Ya voy, Geoooooorge!!! - Perdone ¿Es usted la nieta de alguien? - Sí... ¿por qué? Una nueva alumna que ha estado a punto de ahogarse, me ha pedido que la llame... Ella se llama... ¿Cotilla? - Sí... - Venga a buscarla. - ¡Ahora no puedo! ¡Háganle el boca a boca y se estará quietecita!

Más tarde, en casa y después de unas copas de chinchón, la abuela me contó cómo se rompió la luna del escaparate de un gran Almacén de la Avenida Jaime III. Y como se estrellaron contra el suelo un montón de botellas de perfume, a cual más cara, polveras, lacas de uñas, geles de baño esparcidos por el suelo, etc. etc. etc. Se metió en aquella tienda, llena de espejos, con Pascualita. Y la sirena, en cuanto se vio reflejada,  saltó en busca de su amor llevada por un furor uterino que la tiene desquiciada - "Cada vez que pienso en lo que dirá Andresito cuando vea la factura... ¡Dame más chinchón!"

Por otra parte, la Cotilla que estaba más verdosa que las hojas de un geranio, no se reponía del miedo que pasó en la piscina por rechazar el churro que le recomendó el profesor - ¡Nunca he necesitado artilugios en la playa! - Y se hundió hasta el fondo de la piscina en cuanto puso los dos pies en el agua. Al ver que no salía, el profesor y un socorrista se lanzaron a sacarla pero ella, aterrorizada (quiero creer) se agarró a sus bañadores y tiró de ellos hasta arrancárselos y dejarlos como sus madres los trajeron al mundo. Las jubiladas que estaban en el agua los rodearon para no perderse el festejo y los jubilados que se acercaron a ayudar a los hombres, corrieron la misma suerte. ¡Menudo jolgorio se encontraron los de la ambulancia cuando llegaron y un bañador se estrelló en la cara de uno de ellos!... A la Cotilla le pidieron, firmemente, que no vuelva por allí.

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