miércoles, 13 de agosto de 2014

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Cuándo se va la superluna de las narices?... ¿Tienes alguna idea?... ¡Oyeeee! No sé como puedes dormir tanto... -  Al lugar más remoto de mi subconsciente fue llegando la desagradable voz de la Cotilla. Es una de las peores pesadillas que se pueden tener... menos mal que todo era cuestión de tener un poco de paciencia y el mal sueño terminaría...

Lo que me hizo sospechar que había gato encerrado, fueron los meneos. ¿En una pesadilla son tan reales? - ¡¡¡Estoy harta de la superluna!!! - El sueño estalló como un globo lleno de agua helada. La Cotilla estaba, realmente, agitándome como si yo fuera un frasco de jarabe. - ¿Qué pasa?... con la Luna?... (Me castañearon los dientes) ¿No será... mujer loba, verdad? - Que despertar más tonto tienes.

- ¡Me tiene harta la Luna! No me deja dormir. Su luz se cuela por las rendijas de las persianas... Ni se pueden trapichear de noche porque así todos los gatos ya no parecen pardos. - ¿No puede trapichear? -  ¡Que va! Los flaches de los que van por las calles haciendo fotos a la Luna y a las estrellas fugaces me llevan de sobresalto en sobresalto. - ¿Y para contarme esta chorrada me despierta? ¡Anda y que la ondulen, señora!  - Que mal te educó tu abuela.

Cuando me levanté a desayunar la Cotilla estaba en la cocina con un vaso de café con leche. - Pero... pero... - Chist. No te pongas nerviosa que yo ya vengo de sacar el País adelante. - ¿Ya ha "limpiado" los cepillos de las iglesias? ¿Y a eso le llama hacer País? - Pues sí. El país se llama Cotilla y lo ayudo a llegar a fin de mes... Por cierto, saca más azúcar y unas galletas. No lo he echo yo por no hacer ruido y despertarte.

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