miércoles, 3 de septiembre de 2014

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Ayer tarde cogí una bolsa de ensaimadas del contenedor del super.  Prepara café y congela las que sobren. - Un día nos vamos a intoxicar. - Si hacemos caso al ministro no. El se come los danones supercaducados y está como una rosa. - Pues yo creo que le afectan al cerebro. - Esta mañana he encontrado ésto junto a una papelera ¡unas castañuelas! Me ha echo una ilusión loca. Siempre he querido aprender a tocarlas y ahora tengo la oportunidad ¡Mira! - Se colocó las castañuelas... - ¡No,no, no, no, no! Aquí no. Tóquelas en su casa. - Allí no me oirás... - Por eso mismo. - Pero quiero que me digas qué tal lo hago. - Mal. Ya se lo digo. Lo hará mal. - ¡Que cruz tengo contigo!

Cuando a la Cotilla se le mete una cosa entre ceja y ceja, no hay quién la pare y lleva toda la mañana dale que te pego con el ta-ca-ta-ta-ca-ta- Hasta Pascualita está hasta las narices de oírla. Como todas las mañanas había saltado a la mesa de la cocina para desayunar conmigo y con Pepe el jivarizado pero, en cuanto oímos el saludo de la vecina, la devolví al jarrón chino vía exprés, o sea, volando.

La Cotilla me ha criticado muchas veces por tener el jarrón en la cocina - No es sitio para tener una obra de arte. - ¿Arte? es más basto que unas bragas de esparto. ¡No vale nada! - ¡Pero es chino! Tienes que colocarlo en la entrada... - ¿Para que quien venga piense de mí que soy una quiero y no puedo? No, gracias. - Aún no sé para qué lo quieres. Hay más jarrón que cocina... ponle unas flores por lo menos... unos crisantemos... - ¡Que no! - Pues en la cocina y lleno de agua, me recuerda a las tinajas que había en mi casa cuando era pequeña y no teníamos agua corriente... ¿No me digas que vacías aquí las garrafas que compras y la usas como entonces? sacando con un cazo la que necesitas. - ¡No, mujer, que no estamos en los tiempos de Maricastaña! El jarrón está aquí por me gusta verlo cuando cocino y punto. - Eres rara hasta decir basta...

¿Has pensado en el pobre Pepe? Ponte que un día hay un terremoto, la cabeza jivarizada se cae de la estantería y acaba dentro del jarrón ¡Solo le faltaba ahogarse al pobre infeliz! ¿Nunca piensas en las consecuencias que pueden tener tus actos irreflexivos? ¿No has oído que si una mariposa aletea en Europa, las ondas que expande, al llegar a la India, forman un maremoto? Por eso yo cuando veo una mariposa, antes de que mueva un ala le arreo un zapatazo. - ¡Cotilla! Eso es una metáfora. Pobres mariposas. - ¿Pobres? ¡Pobre gente la que sufre el tsunami! - ¿Me quiere decir de qué estamos hablando?

Reanudó el repiqueteo - Disculpa que haya parado un rato pero, como no estoy acostumbrada a tocar las castañuelas, ya me duelen las manos y los brazos - Y a mi la cabeza y los oídos. - Eso será que una mariposa ha aleteado en el Polo Norte y te ha afectado la onda expansiva al pasar por aquí camino del Polo Sur. -  Será eso. ¿Por qué no les da un concierto a sus santones Bárcenas y Pújol? - ¡Qué buena idea! - ¡Cierre la puertaaaaaaaaa!

Cuando una relativa tranquilidad llegó a la cocina, Pascualita trepó hasta la boca del jarrón, se sentó y me clavo su mirada fija de pez. - A mi no me mires. La culpa de todo es de la Cotilla... ¡Toma! - Eché una aspirina en el agua de mar y yo me tomé otra. Mientras la sirena se zambullía en busca de la pastilla deseé que los Maestros de lo Ajeno, a los que la Cotilla estaba "agasajando" con un concierto, no se quedaran sin su ración, bien colmada, de jaqueca.
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