domingo, 28 de septiembre de 2014

La abuela me avisó que vendrían ella y Andresito a desayunar - "Compra más ensaimadas" - ¿No podrías traerlas de camino? - "Cuando se invita no se le pide al invitado que se traiga la cena" - Pero yo no os he invitado... - "La cuestión es que desayunaremos en tu casa ¿dónde ves la diferencia?" - En que no es lo mismo comprar dos ensaimadas que cuatro. - "De cuatro nada. Por lo menos ocho más" - ¿Te vas a comer dos tú y otras dos el abuelito? - "Cuando es gratis, comemos lo que nos echen... ¿Y qué pasa con Geoooorge?" - Pues... no sé... - "Que comerá otras dos ¿Y la Cotilla?" - ¿Ella también? - "¡Que rácana eres, hija mía!"

Andresito estaba como unas castañuelas. Supuse que la fiesta en El Funeral había sido un éxito - ¡Ya lo creo que lo fue! Lo pasamos bomba bailando hasta que vino la policía a echarnos a la calle. Estuvieron a punto de hacer una redada, menos mal que estaba el Municipal que lo impidió. Le dijo algo a su jefe sobre ánimas del Purgatorio mientras miraba con aprensión (o eso me pareció) a tu abuela. Total, que seguimos la juerga en casa de Conchi que no tiene vecinos cerca. - Os veo muy enteros para haberos acostado tan tarde. - "¿Acostarnos? jajajajajaja... Bueno, si porque la pastillita azul hace milagros pero lo que se dice dormir, aún no hemos pegado ojo jejejejejejeje"

A punto de sentarnos a la mesa oímos -¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - ¡Esta mujer tiene un radar en el olfato! - ¡Hummm!¡Por fin ensaimadas recién echas y no del contenedor del super!... Te veo muy contento, Andresito ¿Una noche loca? - Y una noticia estupenda - (La Cotilla miró a la abuela)       ¡¡¡¿Estás embarazada?!!!

La otra alegría del abuelito era porque, por fin podía demostrar que el desempleo en España era una patraña de la oposición. - ¡Es mentira que no haya trabajo! Ya no saben qué inventar para calumniar a los míos. ¡Fijaos en Gallardón! Dimitió de su cargo bien pagado y dos días después ¡DOS DIAS! ya había encontrado un  trabajo mejor remunerado. ¿Qué podéis decir a ésto vosotras que tanto criticáis a los Pinochos... digo, a los míos? - La abuela y la Cotilla se miraron y yo vi en sus ojos, como se iban calentando. Antes de que la olla a presión de sus lenguas, explotara, cogí la botella de chinchón, solté un chorrito en el cubo de fregar de los chinos para compensar a Pascualita que aún no había desayunado y dejándola sobre la mesa dije - ¡Pa luego es tarde!

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