viernes, 5 de septiembre de 2014

¡Que silencio reina en casa! Es como estar dentro de una campana de cristal que no deja pasar el ruido del exterior. Ni siquiera Pascualita me molesta con sus saltos mortales porque está echa una piltrafa después de ingerir champú y agua dulce. ¡Estoy que no quepo en mi de gozo!

Hace dos horas que he desayunado y solo he podido hablar con Pepe. Más que una conversación ha sido un monólogo porque es muy callado. Ya sé que tiene el handicap de la boca cosida pero, no sé, podría hacer un esfuerzo e indicar por gestos de la cara, que sabe de qué le hablo y si está de acuerdo o no. Seguro que fue inglés, tal como cree Geoooorge. Y más estirado que una tabla. Así que en seguida me he cansado de hablar y he puesto la tele... Van a sentar en el banquillo a Esperanza Aguirre (si ella quiere sentarse. Menudo genio gasta la mujer) por aquello de la multa que le pusieron por estar mal aparcada y salir huyendo dándole un meneo al guardia. Vale, he pensado, Y ahora ¿con quién lo comento?

He llamado a la abuela pero no estaba - Ha ido a por Onofre (me ha dicho el abuelito) - ¿Ese quién es? - Lo verás dentro de un rato... No puedo decirte nada más. - Me he quedado peor que estaba... ¿Quién será el tal Onofre?... ¿Un novio que me ha buscado en su afán de tener un bisnieto?... Bueno, me ahorrará el trabajo de buscarlo... Pero ha pasado el tiempo y no ha venido nadie... No sé qué hacer ¡¡¡ME ABURROOOOOOOOOOOOOO!!!

He sacado a Rabito de su jaula, cosa que le ha impresionado. Ha estado un rato sin saber hacia que lado tirar y finalmente se ha escondido bajo el cantarano. ¿Le doy la libertad y es todo cuanto hace? ¿Esconderse como un conejo asustado? Si piensa que voy a agacharme para cogerlo lo tiene claro.

Me he echo un café... luego un té... más tarde un cola cao... y cuando iba a comerme un helado los pitidos de los coches han anunciado que llegaba el rolls royce de la abuela. Y por este orden han entrado en casa: la abuela, Onofre y Geoooorge. - ¿ESO es Onofre? - "Haber como le hablas que es muy quisquilloso" - De repente Onofre, un enorme perro labrador de dos años, fuerte, robusto y juguetón, salió corriendo arrastrando tras de sí al Unitetillo e intentó meterse bajo el cantarano. - ¡Ahí está Rabito! (grité) - ¡Oooooooh, nou. Onofreu no comer Rabit! - ¡Como lo pille, aquí habrá una escabechina y no servirá ni para hacerlo con cebolla! - La abuela se puso muy digna y con autoridad, gritó - "¡¡¡Onofre. Ven aquí!!!" - Pero que si quieres arroz, Catalina.

Entre el jaleo de la calle y el de casa, allí no se entendía nadie. De repente una figura inesperada apareció en el comedor - ¡Cotilla. Que susto nos ha dado! Es que no puede hablar (expliqué a la abuela) - Pero sí silbar, cosa que hizo la vecina con una fuerza inusitada. Y fue mano de santo. Onofre dejó de ladrar, agachó las orejas y con el rabo entre las piernas, se tumbó a los pies de la Cotilla y ahí se quedó hasta que la abuela decidió marcharse. Yo estaba maravillada - ¿Cómo lo ha echo? - Por la mirada que me echó me di cuenta que no me perdonaba lo de su ronquera, luego señaló la botella de chinchón, se tomó dos copas seguidas, se relamió los finos labios y vocalizó la palabra "g i l i p o l l a s" mientras me señalaba con un dedo artrítico. Que poca correa tiene esta mujer.

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