domingo, 7 de diciembre de 2014

La abuela ha traído a casa a los trileros que la sacaron del mar. - "Los he invitado a comer" - ¿En mi casa? ¿quieres que me dejen en bragas? - "Hombre. Yo no lo hubiese dicho tan crudamente pero... ya que la frase ha salido de ti..." - ¡¿Qué estás pensando?! (me alarmé) - "En mi biznieto. Que ya vas teniendo una edad..." - He querido decir que me limpiarán la casa. - "No le iría mal, desde luego" - ¡Que me robarán, leche! - "jajajajajajaja ¡Pero si no eres rica, boba de Coria! 

- ¿No saben nada de Pascualita? - "No. Pero los he traido porque no están mal del todo... El gordito es mono" - ¡Abuelaaaaaa!... Me he pasado la noche en vela, pensando en la sirena y tomando tazas de tila para relajarme... ¿dónde estará?

La Momia ha preguntado a menudo por el pescadito. - ¿Qué has echo con él? (me preguntó) - Se ha perdido, abuelastra. (dije con pena) - Creo que te lo has comido frito (soltó) Me dijo una vez una sirvienta que tuve, que los pobres coméis sardinas fritas a menudo, a pesar del tufo que dejan dentro de casa. - No podría comerme un animal que estuviese conmigo (respondí) - Tampoco yo pude comerme a mi marido. - ¿Lo estás comparando con tu marido? - ¿No hablabas de animales? - Esta mujer, a veces me desconcierta.

Mientras discutía con la abuela, los trileros desaparecieron. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! Me he cruzado en la escalera con dos tíos que bajaban corriendo y casi me tiran al suelo. - Son ellos (dije) ¡¡¡Me han robado!!! - ¿El lío de ropa que llevaban era tuyo? - ¡Seguro, seguro! lLlama a la policía, abuela! - Corrí tras ellos como una loca ¡Ladrones, ladroneeees!

En la entrada me di de boca con uno de ellos que estaba bailando una danza, cheroqui supuse. Y gritando como un descosido. En uno de sus giros vi a Pascualita, firmemente agarrada a su nariz. Tiré de ella con fuerza y un momento después estaba en el bolsillo de mi bata mientras el ladrón sangraba como un toro de lidia. Al subir a casa me encontré con el vecino de arriba que bajaba, alertado por los gritos del trilero. - ¡He llamado a los municipales! - No tengo nada que ver con éste jaleo. Haga lo que crea oportuno.

Metí a Pascualita en la jarra grande de cerveza. Estaba echa un asco. Y eché un chorrito de chinchón al agua de mar. La sirena debió caer de las manos de la abuela a la toalla de playa y quedó escondida entre la ropa que la abuela guardó en su bolsa y luego vació en la lavadora. ¡Menos mal que nadie la puso en marcha!

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