viernes, 30 de enero de 2015

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Me encantan los días ventosos porque siempre se encuentran cosas curiosas por la calle,.  como esta peluca que ha venido volando y se me ha estampado en la cara. - Vaya suerte. A mi no me pasan éstas cosas. - Eso es porque no tienes que pasar pena para llegar a fin de mes y no te fijas. - Si me diese en la cara, me fijaría...

Estábamos en el comedor mientras la Cotilla me hablaba de sus "ayazgos" - También he encontrado este reloj... Parece de oro ¿verdad? - ¿Esto también ha venido volando? - ¡Huy, tu no sabes el vendaval que hay en la calle!... Esta chaqueta de ¿garras de visón, no? también ha...  - No me lo diga ¡ha venido volando! - Oye, noto un tonillo en la voz que no me gusta nada ¿Dudas de mí? - ¡Que vaaaa! ¿qué hará con todo esto? - ¡Venderlo! y comprarme una lupa. El año pasado no pude hacerlo. No me llegó el aumento de la paga para ese gasto. - Es usted una manirota... Déjese de lupas y convídeme a una buena paella.

En vez de eso, me invitó a unas copas de chinchón... del mío. ¡Que cara tiene! La peluca quedó olvidada sobre la mesa del comedor, muy cerca del acuario y cuando, una hora después la Cotilla se despidió, ya no parecía la misma. - ¡¿Qué le ha pasado?! Parece un estropajo... ¿Has sido tú, envidiosa? - ¿Yooooooo? pero si hemos estado juntas en todo momento. - Va a ser cosa del puñetero fantasma de tú abuelito. - Podría ser. Sí.

La Cotilla salió de estampida de mi casa, dejándose el "estropajo" en la mesa. Y allí se quedó hasta que, por la tarde llegó la abuela, que sigue enfadada conmigo por haberme ido de la lengua y reírme por lo bajini cuando la veo. Sé que ya va siendo hora de pasar página pero no lo puedo remediar. Y a Geooooorge le pasa igual. Claro que para él es peor porque Andresito no sabe nada y en cuanto lo ve reir y lagrimear se pone tenso porque piensa que se está riendo de él, que es quién le paga.

- "¿Qué es esto que tienes aquí?" - Una peluca que ha encontrado la Cotilla. Se la llevaba el viento... ¿te gusta? - "Humm... No me disgusta... Tengo una de este mismo color pero el peinado es más clásico..." - Si la quieres, quédatela (tenía que hacer algo para reconciliarme con ella) - "¿De verdad? ¿No dices que es de la Cotilla? - ERA - "¿Seguro?... Voy a probármela.

Se llevó la peluca al cuarto de baño y cinco minutos después, la oí gritar como si la estuvieran matando - ¡¿Qué pasa, abuela?! - "¡¡¡SOCORROOOOOOOOO!!!" - Entonces caí en la cuenta de que, quizás Pascualita estaba escondida en la peluca. Corrí al baño - "¡Quítamelaaaa! tiene vida propia ¡Me muerdeeeeee! ¡Me arranca el pelooooooo!" - Yo tenía que disimular o me vería desposeída de la Torre del Paseo Marítimo para siempre jamás.

- ¡Que suerte abuela! Es una peluca inteligente. Aún no la han sacado al mercado, así que tienes en la cabeza un prototipo experimental... - "¿Ah, sí...?" (dijo, sin dejar de de llorar) - No tendrás que volver a la peluquería porque se peina sola... aunque, tal vez, aún tiene fallos. - ¿Quiéres decir que soy la única que tiene una?" - Sí, abuela. Eres una privilegiada. -   Aproveché que sé secaba los ojos para darle un tirón y arrancar a Pascualita. Después la metí en el acuario y en cuanto vio a la abuela tomándose una copa de chinchón, se sentó en el borde haciendo el signo de OK con los dedos. A la abuela se le cayó la baba, como siempre y la invitó a unos sorbitos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario