sábado, 10 de enero de 2015

La Cotilla no levanta cabeza desde que supo el "dineral" que le supondrá la subida de su pensión. Y como a perro flaco, todo son pulgas, la recaudación de los cepillos que "límpia" en las iglesias que tiene asignadas, están llenas de polvo y algún triste céntimo - La culpa es de las Rebajas. La gente se lo gasta todo en cosas que no van a necesitar en lugar de acordarse del prójimo. - Los comerciantes también son Prójimos. (le recuerdo sin mucho miramiento) - ¡No es lo mismo! Nosotros, los pobres pensionistas, cobramos siempre lo mismo... - ¡Noooooooo! Le han subido la pensión 3, 30 ... ¿recuerda? jejejejeje (tengo mala leche, lo sé, pero de algo hay que reír) - ¡La madre que te parió, boba de Coria!

En esas estábamos cuando entró la abuela y tuve que correr a ponerme las gafas de sol. Centelleaba. Brillaba con luz propia. Era un árbol de Navidad con patas. - "¿Qué os parece mi nuevo look?" - ¿De qué vas? - "De Aurora Boreal, He echo un test donde me han dicho que SOY una Aurora Boreal. ¿Bonito, no?" - Cuando se me pase la conjuntivitis que me ha originado el deslumbramiento, te lo diré. - "No seas exagerada, niña" - Y se marchó, algo mosqueada, al comerdor en busca de la botella de chinchón. Pascualita estaba asomada al borde del acuario y cuando la vio entrar, un rayo de sol dió en el vestido y reflejó los brillos en los ojos de pez de la sirena que quedó cegada. Se sumergió de inmediato y salió media décima de segundo después con la boca llena de agua envenenada que descargó sobre... la Cotilla, que había entrado tras de mi siguiendo las huellas de la abuela que la llevarían hasta el chinchón.

De inmediato la tranquilidad de  la casa quedó rota en mil pedazos. Gritos, llantos y carreras al rededor de la mesa del comedor se unieron a los golpes contra la pared, los muebles, el suelo y los escobazos que daba en el techo el vecino de arriba ¡Que hombre, no aguanta nada!

Media hora después, la Cotilla dejó de moverse y gritar porque estaba agotada y ronca. Tenía un ojo como un colchón y las lágrimas salían en cascada. Me puso el suelo perdido. Menos mal que acabó dormida en una butaca. Ya me cuidé yo de que no lo hiciera en el sofá.

- Abuela ¿Te ha visto Andresito? - "Sí. Iba a venir conmigo pero ha tenido que ir al oculista..." - La abuela estaba impactante con su vestido de mil colores, sus botas de charol rojas con tacones stiletto. Los párpados nunca habían sido tan azules - ¿De dónde has sacado ese color? - "De un botecito de azulete que he encontrado en el lavadero de casa. Antiguamente se usaba como blanqueador de ropa. Se llama añil" - Se te está poniendo la cara azul jejejejeje ¿te has tocado los ojos?... Humm, la cara se te hincha por momentos ¡Pascualita, mira lo que sabe hacer la abuela! - La sirena miró a su amiga e hizo la señal de OK con sus deditos. - ¡Le gusta!... ¿Estás segura que no eres alérgica al añil, abuela?

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