domingo, 22 de febrero de 2015

Pascualita está inquieta. Sube y baja nadando a toda pastilla por el acuario y cuando menos te lo esperas, salta del agua y cae en plancha, dejándolo todo perdido. Llevo toda la mañana sin poder dejar la fregona. - ¡Para ya, coñe! - Pero, como siempre, no me ha echo ni caso la jodía.

La abuela me ha llamado - ¡Diga! (yo estaba de muy mal humor) - "Veo que no has quedado muy satisfecha" - ¿Hablas conmigo? - "Si tu eres mi nieta, he llamado al teléfono de tu casa y me estás contestando... Sí, hablo contigo, alma de cántaro" - ¿Qué me decías?... ¡Pascualita, ya está bien de saltos!... Llévatela unos días, abuela, que no hay quién la aguante... ¿Abuela?... - Al otro lado de la linea telefónica solo se oía una respiración acompasada. - ¡Abuela! ¿Estás sorda? - "Imito a Matas cuando no quiere oí lo que no le conviene ¿A qué me sale bien?" - Mejor que a él porque, a veces, se le olvida que está interpretando un papel... ¡Pascualita!

- "Lo que yo te decía. Te has quedado a medias" - A medias ¿de qué? - "Dímelo tu. Pero te recomiendo que seas más observadora a la hora de elegir entre el ganado con el que te codeas. Busca un buen semental y disfruta, mujer. Que no te deje con la miel en los labios" - Cada vez te entiendo menos... No conozco a ningún ganadero que tenga sementales, - "Será posible que te lo tenga que dar todo mascado"

Pascualita seguía con sus ejercicios "gimnásticos" hasta que no pude más. Ocurrió cuando la sirena saltó hasta la repisa donde está Pepe y cayeron al suelo junto con todo lo que había en la estantería. La cabeza jivarizada rodó por el suelo hasta quedar en medio de un charco de agua. Inmediatamente la sirena reptó hasta Pepe y le dio un abrazo. Otro día me hubiese echo gracia pero hoy no estaba le horno para bollos. La lancé al aire como si hiciera un saque de voleybol y le di un manotazo con la mano plana. Pascualita salió volando por la ventana camino del árbol de la calle.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Me ha parecido ver volar una cosa y juraría que ha aterrizado en mi bolsa... ¿Has tirado algo a la calle? - La abuela seguía al teléfono. - "¿Qué pasa ahí?" - He cometido un sirenicidio ¡Estoy harta! - ¿Qué es eso? (preguntó la Cotilla) - Nada que le importe (contesté educadamente) - La vecina pasó de mi y rebuscó en su cesta. - ¡Aquí está!... ¡Que asco! me ha caído una sardina en aceite... - Al otro lado del teléfono, la abuela gritaba para hacerse oír - "¡¡¡No la toquéis hasta que yo llegue!!!"

Más tarde, tomando unas copas de chinchón, dije a la abuela - President Matas... ¿oiga, señor Matas? póngame un poco más? - ¿Cómo me has llamado? - Como sigas haciéndote la sorda te pondré un mote: President Matas. - La abuela levantó los ojos al cielo y exclamó ¡Que cruz tengo contigo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario