martes, 10 de marzo de 2015

Empanadas y crespells.

Cuando he vuelto del trabajo he escuchado ruido al abrir la puerta. ¿Ladrones? ¿Okupas? ¿Inspectores de Hacienda? ... ¡Era la abuela! Tenía la cocina empantanada. Llena de bandejas de crespells y empanadas. En la mesa de la cocina, en la encimera... por todo había harina. Incluso Pepe y Pascualita parecían pequeños muñecos de nieve de lo blancos que estaban.

- "¿Huele bien?" - Huele que alimenta... ¿Me habías dicho que ibas a venir? - "No. Es que ésta mañana me he acordado de que la Semana Santa está al caer y aún no he echo nada para esos días. Así que he cogido los avíos y me he venido a tu cocina para no ensuciar la mía." - Hombre, muchas gracias. ¿Por lo menos me dejarás un montón de crespells? - Ya salió Miss Avaricia. ¿cuántas veces tengo que decirte que, ahora que soy rica, tengo muchos compromisos sociales y hay que cumplir con ellos? Están todos adjudicados."

- ¿No me dejarás ninguno? - "¿Y qué me regalarás tú?" - Pues... mi gas, mi agua, mi casa... - "¡Muchas gracias, cariño! Luego hablaré con mi abogado para que redacte los papeles de propiedad y mañana sabrás lo que tendrás que pagarme de alquiler" -

Junto a Pascualita, en la mesa de la cocina, estaba la botella casi vacía de hinchón. Menudo tiento le había dado, por eso no repliqué. Mientras, la sirena mordisquaba la cabeza jivarizada - ¡Pascualita, no te comas a Pepe, jodía!. - Por toda respuesta el pequeño fantasma enharinado me escupió el trocito de Pepe que tenía en la boca. - ¡Que asco, tía! - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¿A que no sabéis qué he soñado?

Rápidamente cogí a Pascualita y se la lancé a la abuela pero se le cayó dentro de una empanada a medio hacer. Inmediatamente puso la carne salpimentada dentro, la sobrassada y los guisante. Y procedió a cerrar la tapa. - Ya decía yo que olía muy bien. Y me extrañaba porque, en esta casa, desde que cocina tu nieta, no huele a nada... Pues os decía que he soñado que era una sirena ¡guapísima! Y eso es una señal... - ¿? - Pues que fui sirena en otra vida. - La abuela y yo nos partíamos de risa - "¡Si, en el País de Nunca Jamás!" jajajajajajajaja

Con la risa nos despistamos. La abuela metió una nueva fuente de empanadas al horno y siguió haciendo más mientras bebíamos chinchón y nos lo pasábamos pipa. A todo esto, la Cotilla se iba enfadando - Ya estoy harta de que no me hagáis caso ¡Yo sé, positivamente, que fui una de las sirenas que le cantó a Ulises cuando iba amarrado en su barco... Entonces mi melena era caoba y hasta Neptuno me tiraba los tejos... - "¡Si, hija, sí. Menos mal que no te tiró el tridente" jajajajajaja - Entonces tuve un pálpito - ¡¡¡ABUELAAAAAAAAA!!!

Sobresaltada, volvió a la realidad. Y la realidad era que Pascualita se estaba cociendo en el horno formando parte del relleno de una empanada. Sacó la bandeja y abrió, frenética, las tapas hasta dar con una sudorosa y medio asfixiada, sirena. Cuando nos miró supe que la "sauna" no le había gustado nada... Que Dios nos coja confesadas.   

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