jueves, 19 de marzo de 2015

Los novios de Pascualita.



Al salir del trabajo pasé por la Tienda de Peces a recoger un encargo que les hice. Luego, en casa, encontré una nota en la mesa de la cocina. Era de la abuela diciendo que se había llevado a Pascualita hasta la playa, para que oliera el salitre del mar y no se le hiciera tan cuesta arriba vivir lejos de su hábitat natural. Me temí lo peor.

De todas maneras me alegré de encontrarme sola, así pude preparar, sin estorbos, la sorpresa que le tenía guardada a la sirena: ¡Unos cuantos novios! muy machotes ellos.

Cambie el agua del acuario, coloqué bien las algas haciendo rincones íntimos por lo que pudiera pasar. Las piedras, el barco hundido y la arena del fondo quedaron perfectos. Hasta le hice una foto al paisaje marino. Después metí a los "machotes" para que se fueran aclimatando al sitio.

Como hoy es San José había que celebrar el santo de Pepe y aunque él no pueda comer con sus labios cosidos, hice una coca para merendar y brindar a su salud... Es un decir, claro.

La abuela regresó ya era de noche y yo estaba loca de preocupación - He estado a punto de llamar a Bedulio pero luego me he acordado de que va a ser mejor que la policía no ronde por casa durante un tiempo, no vaya a ser cosa que la Cotilla cante y te detengan a ti también, abuela. - "¡No sabes la que ha liado el señor Li! Estaba en la playa con Pascualita revolcándose por la arena, cuando ha llegado él y la he tapado con la toalla.

"Después de un rato de charla me he dado cuenta de que Pascualita no se movía. ¡Se ha asfixiado! (grité)  Levanté la toalla y no estaba. En su lugar había una zanja que iba, derechita, al mar. ¿Qué pasal? (gritaba el chino) Corrimos  hasta la orilla. Y ahí fue donde ambos la vimos cuando se disponía a meterse mar adentro. Yo vi a Pascualita y él una gamba gorda. Y ambos nos tiramos a por ella, a la vez. Afortunadamente el señor Li, en sus ansias de apoderarse de ella, me gritó y zarandeó. Y Pascualita atacó. Solo así pude hacerme con ella, una vez que se la hube arrancado de la nariz... Ahora la tiene más pequeña.

Mientras él corría por la playa dando alaridos, he recogido los trastos y aquí estoy. Empapada y helada"

Saqué la coca y nos sentamos a merendar, con Pepe presidiendo la mesa. Brindamos hasta que la abuela entró en calor. Entonces me acordé de la sorpresa que tenía para la sirena y la llevé hasta el acuario donde... los cuatro "machotes" flotaban en el agua. - Estaban... muertos. La abuela se acercó, copa en mano - "Solo a ti se te ocurre meter pirañas en agua salada, alma de cántaro. Que cruz tengo contigo"


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