domingo, 29 de marzo de 2015

Obdulio.

La abuela ha venido de incógnito a casa ésta mañana. Ha entrado como una exhalación y no la ha traído Geoooorge en el rolls royce sino el autobús. Que cuajo tiene. Ha entrado sin llamar, como siempre, así que no he sabido que estaba en casa hasta que ha aparecido en la cocina vestida de ¡payesa! Que susto me he dado. Al fin y al cabo yo estaba recién levantada.

- ¡Salga de aquí ahora mismo o llamo a los municipales! - "¡Calla, loca! Soy tu abuela, alma de cántaro. Prepara el desayuno que buena falta me hace." - Cuando salí de mi estupor, le pregunté que qué hacía vestida de esa guisa. - "No quiero que Obdulio sepa por donde ando" - ¿Y tienes que ir dando el cante por la calle? - "Voy de payesa, por si no lo habías notado. Las mujeres vestían así no hace tanto tiempo." - Eso sería en tus tiempos, cuando eras niña y aún se bailaba el minué porque ahora... - La colleja me llegó como un rayo e hizo que diera de narices contra la mesa de la cocina.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡Ostras! ¿Qué haces vestida así? - "¿Te gusta?" - Me encanta. - "A mi también aunque... preferiría que las faldas llegaran a medio muslo y el rebosillo fuera una boina con un pompón en lugar de rabito... Le expondré la idea a Casa Dior para el próximo vestido que me haga." - ¿Vas a bailar? - "En cuanto acabe de desayunar" - Niña, pon otro café con leche.

La abuela nos explicó que Obdulio se estaba poniendo muy pesado. Por lo visto quería retomar la relación amorosa, interrumpida muchas décadas atrás. Le había mandado montones de cajas de bombones hasta que ella, harta de tanto chocolate, le dijo que era diabética. - "Ahora me manda flores y estoy llenando con ellas los cementerios de Mallorca" - Dame algunos ramos para el altar de los Amigos de lo Ajeno y otros para vender... Por cierto, aún no me han pagado el alquiler los realquilados. - "Cotilla, tu no puedes ser rica como yo. Sufres demasiado por tus ganancias. Dedícate a lo que sabes hacer: limpiar cepillos, vender cabos de velones, trapichear y buscar en los contenedores de basura. Que agonías eres, hija".

Me he asomado al balcón a verlas partir hacia el Paseo del Borne a bailar jotas. Entonces he visto, sobre el rebosillo de la abuela, el termo de los chinos. La he llamado a voces pero ni siquiera me ha mirado, cosa que sí ha echo la Cotilla. Por toda respuesta ha movido las caderas en plan provocativo, haciendo balancear la falda de un lado a otro, cosa que le ha valido el silbido admirativo de algunos hombres que estaban por allí.

Llamaron a la puerta. Era un hombre mayor que dijo llamarse Obdulio (¿?... ¡Ah, Obdulio!) Me puse de los nervios, al fin y al cabo era un encubridor del asesinato de mi abuelito primero. Antes de que me preguntara solté una retahíla de frases inconexas (por los nervios) de las que el hombre pudo sacar algo así: Pascual... irse ... eeeeeeeeeeeh ... ¡Yo que sé!... Y Pascual... allí... - Vale, vale. ¿quién es ese tal Pascual y dónde es allí? (los ojos le brillaban de rabia) - Y entonces (por los nervios también, supongo) me quedé muda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario