sábado, 30 de mayo de 2015

El partido.

- "Nena, enciende la tele para que se vaya calentando" - ¿Venís a ver el partido a mi casa? - "¡Claro! Vendré cargada de pipas y no quiero ver cáscaras por el suelo" - Te lo agradezco ¿Ya vienen peladas? - "¡¿Peladas?! ¿que gusto pasas con eso? La gracia está en oír el crak de cuando se rompe la cáscara, chuparla, llenarte la boca de sal y comer frenéticamente sin apartar los ojos de la pantalla ¡Así se comen las pipas!" - Como dices que no quieres ver cas... - "En mi casa, mujer. Por eso venimos a la tuya"

Llegaron Andresito, la abuela, Geoooorge, el Médico, Bedulio, Blas el parado y, por supuesto, la Cotilla. Todos engalanados con los colores de sus equipos favoritos, soplando trompetas, cantando himnos, pidiendo chinchón a gritos, repantingándose en los sofás y dejando para mi una silla de formica, de la cocina. - Abuela ¿No pensaréis cenar aquí, verdad? - "Naturalmente. Ves pidiendo unas pizzas para todos y di que las recogerás tu" - ¡¿Yoooooo?! - "A ti el partido ni te va ni te viene, que ni para esto tienes sangre en las venas" - ¿Quiéres que venga cargada como una mula? Diré que las traigan.  - "¡Floja!"

Empezó el partido y todos se concentraron en él. Sobre todo la abuela que lo mismo iba con unos que con los otros y blandía las dos bufandas. ¿Aún no has decidido en qué equipo están los tios más buenorros? jejejejejeje (preguntó Andresito)

Cada dos por tres se levantaban gritos airados, comentaban las jugadas a gritos,saltaban de los asientos, mentaban a la madre del árbitro y a las de los jugadores. Las cáscaras de pipas volaban en todas direcciones y a mi ya me dolía el culo por culpa del duro asiento de la silla, así que fui a buscar a Pascualita... Me extrañó no verla sobre el acuario, atenta a los gritos que venían de la salita. Estuve buscándola durante un rato, bajo las algas, dentro del barco hundido, incluso removí la arena del fondo... Nada.

Abrí la puerta al pizzero, porque allí no se movía nadie y las llevé a la salita. Entonces vi a la sirena haciendo el OK con sus deditos, asomada al termo de los chinos del que colgaban a cada lado, cintas con los colores de los equipos. Menos mal que, entre el chinchón y la emoción del juego, todos estaban pendientes de la tele y no la veían. El único que palideció fue Bedulio al volver la cabeza a un grito de la abuela, pero prefirió hacer como que no había visto nada, al fin y al cabo tampoco sabía qué era esa especie de bicho que se agitaba sobre el pecho de la abuela.

Yo me quedé en un rincón, observando como dos equipos que se las dan de antimonárquicos y antiespañoles, se matan por conseguir la Copa del Rey al que pitan. Me dio la risa y pensé que los españoles somos la repera


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