domingo, 31 de mayo de 2015

El tio de los pitos.

Al levantarme he tenido la sensación de que un tornado nocturno había invadido mi casa. La salita y la cocina estaban revueltas y Pascualita no estaba en el acuario. Mi cerebro empezó a emitir ondas de alarma. Para evitarme el dolor de cabeza que amenazaba con atacarme, llamé a la abuela por si podía darme alguna pista.

- "Llámame cuando me despierte zzzzzzzzzzzzzzzzz" - Entonces recordé que la Cotilla duerme en casa. Al acercarme a la puerta de su cuarto los ronquidos la delataron. - Cotilla ¿pasó algo anoche? - Tuve el tiempo justo de salir por pies antes de que la zapatilla me alcanzara. Pero ¿qué hora es? pensé. El sol ya ha salido.

El reloj de la cocina marcaba las 12 del mediodía. Para ratificar la hora puse la radio (las 12) y me asomé al balcón para preguntar a gritos a una vecina que pasaba "Las 12" me dijo...  Sentí como la olla a presión de mi interior se ponía en marcha, y la sangre empezó a hervir: - A mi me despiertan a horas intempestivas y tengo que aguantarme y estas dos momias me hacen ni caso siendo la hora que es ¡la madre que las parió!

Corrí al cuarto de la Cotilla, abrí la puerta de una patada, destapé a la vecina y de un empujón, la tiré al suelo - ¡Arriba, tía cretina, que son las 12! - Luego corrí al teléfono y al escuchar la voz espesa de la abuela, le grité: ¡Ponte de pie, vieja bruja y dime dónde está Pascualita si no quieres hacer palmas con las orejas! - "Pero, pero... ¿Qué dices...? ¿Pascualita?" - ¡Habla o calla para siempre! (la apremié) -  "Vale, de momento me callo. Otra cosa será cuanto llegue a tu casa... ¿Me has llamado vieja bruja?" - Con todas las letras (yo tenía la prepotencia a tope en aquellos momentos) - "¿Vieja?... Se te va a caer el pelo, boba de Coria"

Encontré a la Cotilla en la cocina comiéndose un resto de pizza. - ¿Lo de "cretina"lo he soñado o me lo has dicho tu? - He sido yo. - Por menos he matado en mis buenos tiempos (su tono de voz no era tranquilizador pero yo no podía aflojar) - Menos lobos, Caperucita (dije, soltando un acento chulapo que no reconocía en mi... Acabé pensando que era víctima de una posesión diabólica)

La abuela entró como un huracán, se plantó ante mi y me dio dos hostias que me dejaron temblando. Luego saludó a la Cotilla: - "¿Has visto qué modales tiene la gente de hoy en día? " - Esto hay que corregirlo. Déjame que le pegue yo también. Me ha llamado cretina - "Estás en tu derecho" y recibí dos hostias más. Cuando me sobrepuse del shock Pascualita nadaba en su acuario. La abuela y su amiga desayunaban ensaimadas y café con leche y hablaban tranquilamente de lo ocurrido la noche anterior: - "¿Cuánto calculas que han ganado con los pitos para pitarle al himno?" - ¡Un pastón! - "Pero nunca tanto como lo harán las agencias de prensa porque tendremos pitada para dos semana" - El tiempo necesario para dejar de oír el motor de las trituradoras de papel oficial. - "Cómo se lo monta esta gente. Han dado tema hasta a Belen Esteban. Pienso que no es bueno prohibir. El que quiera pitar, que pite y el que no, que aplauda: división de opiniones como en los toros" - ¿Qué nos apostamos a que no hablaran del que vendió los pitos? - "¡Cien euros!" - Oye, que soy pensionista... Mientras lo decidimos ¿nos tomamos una copa? ¡Nena, trae el chinchón!




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