sábado, 9 de mayo de 2015

Un malentendido.

Andresito llegó a casa con las ensaimadas recién hechas. - Tengo un problema con tu abuela (me dijo nada más llegar) - ¿Te viens a vivir aquí otra vez? (pregunté, alarmada) - De momento, no porque espero convencerla para que no haga una tontería.

Nos quedamos en el comedor por Pascualita estaba en la mesa de la cocina y no quería que la viese. Andresito me contó que el último capricho de su mujer era comprar una pareja de chimpances y llamarlos Adan y Eva, como los que se escaparon del zoo - ¿Y dónde vais a meterlos? - Se lo he preguntado y quiere dejarlos sueltos por el jardín. - Lo destrozarán todo. - No destrozarán nada porque no saldrán de la tienda.  - ¿Le declararás la guerra a la abuela? - Si hace falta, si. - ¡Pues estoy apañada porque uno de los dos vendrá a vivir conmigo!

 Me levanté de la mesa y a punto estuve de pisar a Pascualita que, reptando, había llegado hasta el comedor y como la jodía no hace ruido no me había dado cuenta. Pegué un salto y me estrellé contra el aparador. - Que torpe estás hija (dijo mi abuelito) - Enfurecida, miré a la sirena ¡y hacía la señal de OK con sus deditos! corrí a la cocina a por la escoba pero fue más rápida que yo y se metió bajo un mueble.

Andresito, creyendo que iba a darle un escobazo, levantó los brazos para protegerse y se enfadó mucho - ¡Eres una egoísta! Ya me había advertido tu abuela pero creí que exageraba. Puedo pagarme el mejor hotel de la Isla cada vez que tenga una discusión con mi mujer y me marche de casa. NO me hace falta la tuya. - ¿A qué viene esto? - ¡Nadie, ni mi mujer, me había amenazado con la escoba! - Y salió dando un portazo.

Cuando, por fin, pude coger a Pascualita, la agarré de la cola y la lancé al acuario pero fallé... y salió por la ventana. Esta vez no se quedó enganchada en las ramas del árbol de la calle, sino que cayó directamente sobre... Bedulio que pasaba por allí haciendo su ronda. Lo supe porque conocí su voz cuando gritó.

Corrí a buscarla y tuve que tirar fuerte porque se había agarrado al pelo del Municipal. Cuando conseguí hacerme con ella, a Bedulio parecía que le habían atacado los indios intentando arrancarle la cabellera. Al entrar de nuevo en casa cerré las ventanas y el balcón para no oír sus lamentos. Entonces sonó el teléfono. Era la abuela echa un basilisco - "¡Que sepas que estás desheredada! A Andresito solo le amenazo yo ¡¿Te enteras?!" - ¡Abuel...! Que no era e.... Si yo no... Pascualit... - "¡No metas a Pascualita en esto! ¡Has sido tú!" - Acabé colgando porque no dejaba que me explicara.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¿Eso es chinchón? Ponme un poco, anda... ¿Pasa algo? - Estoy bebiendo la última copa de mi vida antes de que venga la abuela a romper una escoba en mi espinazo! -  Pues antes de que quedes balbada de por vida, arrímame la botella.


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