viernes, 31 de julio de 2015

Batucada.

La abuela ha llegado a casa con un tambor de los grandes. - "Hemos organizado nuevas actividades en El Funeral y me he apuntado a la Batucada" - ¿No había un tambor más grande? - "Es un poco pesado pero, cuando me canso Geooorge se lo cuelga del cuello y yo sigo aporreándolo. Es divertidísimo. El ritmo te hace mover el cuerpo. Los brazos se endurecen y las alas que les cuelgan a otras se reducen" - ¿Vas a decirme que no tienes alas? - Apenas se me ven desde que toco el tambor" - ¿Cuándo empezaste? - "El lunes"

- "Después vendrá mi amiga Conchi y ensayaremos aquí." - Id al Funeral. - "Los tiquismiquis no nos dejan: Unos porque juegan al ajedrez, otros al parchis, otros a las carts. Luego están los que leen. Los que tienen jaqueca ¡No sabes la excusas que se buscan! Pero esto se va a acabar. Tenemos tanto derecho como los demás a estar en la cafetería... Claro que el dueño fue el primero en decir ¡Aquí, no! Pero me va a oír porque, el cliente siempre tiene razón y nosotros nos dejamos nuestros cuartos en su negocio" - Abuela, no te sulfures. - "Si es que me hierve la sangre ante las injusticias ¡Y esto lo es!"

Conchi llegó unos minutos después con un tambor tan grande como el de la abuela. Me dio dos besos y quiso saber cómo estaba pero la abuela la apremió - "Déjate de cháchara que se nos va a ir la mañana. Venga... ¿Preparada? Un... dos... ¡tres!" - Un ruido infernal atronó la, hasta ahora, plácida mañana.

- ¡¡¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa!!! ¡¡¡Se va a hundir la finca!!!... ¡¡¡¿Qué pasa?!!! - ¡¡¡Están ensayando para la batucada!!! - ¡¡¡La madre que las parió!!! - ¡¡¡Eso digo yo, Cotilla!!!

Conchi y la abuela se lo pasaban bomba bailando a un ritmo extraño. - ¡¡¡¿Ya han tomado chinchón?!!! (gritó la Cotilla) - ¡¡¡Eso parece!!! - De repente, la Cotilla inició una danza tribal que tampoco tenía que ver con lo que se suponía que tocaban. Daba saltos y pisotones en el suelo mientras gritaba: - ¡¡¡Un bicho, un bichooooooooooooo!!! - Me uní a sus saltos, muerta de risa. Ya que tenía la juerga en casa, la aprovecharía. - ¡¡¡¿Quién quiere un chinchón?!!! (grité) - Tuve que repetir la pregunta porque aquello era un guirigay y no nos entendíamos. De repente, el silencio cayó como una losa sobre nosotras.

Gracias al silencio oímos los golpes - "Están aporreando la puerta, nena"- En el rellano de la escalera había un montón de vecinos en pie de guerra. Junto a ellos unos guardias que habían medido los decibelios que salían de casa. En cuanto me vieron me entregaron la multa. Eso fue rápido, la discusión vecinal duró bastante más.

Le entregué la multa a la abuela. - "¿No creerás que la pagaré yo? Está a tu nombre, esta es tu casa, así que, ajo y agua. Venga, Conchi, ahora Paquito el chocolatero" - ¡¡¡Noooooo!!! Vamos a tomar chinchón y luego, cada mochuelo a su olivo. - No sabía que estuvieras tan mal educada (me dijo Conchi) - ¿Pagará usted la multa? - Ni harta de vino.

Estábamos en el comedor cuando la Cotilla saltó hacia el aparador - ¡Aquí está otra vez ese bicho! ¡Písale la cabeza, Conchi! Está a tu lado. - Conchi gritó como si hubiera visto un demonio y de un salto se subió a una silla pero no se calló. El bicho era Pascualita que, durante "el concierto" había saltado de su acuario. Me lancé a por ella. La cogí de la cola pero dio una sacudida y fue a parar a la silla, la lado del dedo gordo del pie derecho de Conchi y la sirena no pudo resistirse. Mordió una y otra vez. Los gritos de Conchi, sus lloros, saltos y carreras, fueron expectaculares. Sobretodo cuando la arranqué de un tirón seco. Inmediatamente el dedo cobró vida y proporciones gigantescas. No cabía en el zapato. - La abuela, muerta de risa, le dijo a su amiga: - "Tendrás que ponerle un nombre jajajajajaja"


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