He dejado de meter cosas en la nevera. Dejándolas en la mesa de la cocina están fresquísimas. He sacado las faldas de invierno de la camilla y he encendido las estufas de butano, por lo menos mientras no esté la Cotilla con sus clientes. Pascualita y yo nos pasamos las horas en el balcón, al sol, achicharrándonos. Parezco uno de esos turistas, rojos como tomates, a los que se les cae la piel a tiras pero es que no soporto la temperatura siberiana que hay en casa.
He intentado razonar con la Cotilla diciéndole que el aparato está roto y por eso lo tiraron al contenedor pero, como su negocio va viento en popa, no quiere saber nada.
A mediodía la vecina ha venido cargada de cirios, otra vez. Estaba compungida, llorosa y enfadada a la vez. - ¿No va bien el negocio, Cotilla? - Va viento en popa. A este paso tendré que abrir una cuenta en el banco para poner mi dinero a plazo fijo. - Hacienda acabará fijándose en usted jejejejeje. - ¿Hacienda somos todos? - Yo diría que Hacienda es Montoro. - ¡Huy, que miedo!... Tendré que buscar un escondrijo... - Puedo guardarlo yo. - Deja, deja. Prefiero dejárselo al Dioni. - ¡¡¡Oiga!!!
- Tengo que montar un nuevo altar. No me queda más remedio. - Hágalo en casa del Dioni. - Que rencorosa eres... Mi gurú, Bárcenas, necesita ayuda. Está pidiendo lo que es suyo ante un juez y me temo que no se lo den. Y todo por la mala publicidad que le han hecho al pobre... Pondré una imagen de San Cucufato junto a la foto de mi Luís. - No le va a servir de nada porque, con la temperatura que tenemos, gracias a usted, San Cucufato se congelará, atributos sexuales incluídos... Vamos a hacer un trato. Usted se lleva el dichoso aire acondicionado y yo le dejo que monte el altar. - Le diré a tu abuela que me haces chantaje. - ¡Huy, que miedo!
Naturalmente, la Cotilla se chivó y la abuela no tardó en llegar y envolverse en su abrigo de visón rojo. - "¿Ahora te dedicas al chantaje? ¿Pero que clase de persona eres? ¿Qué he criado yo? ¡Que cruz tengo contigo! ¡¡¡EL AIRE ACONDICIONADO SE QUEDA DONDE ESTÁ!!!" - ¡Es MI casa! - "¡Es NUESTRO negocio!" - ¡¿Te da un tanto por ciento de sus ganancias y a mi no?! - "¿Eres su amiga de toda la vida? NO. Soy yo" - Pero es.. - "¡Ni es, ni leches!"
Para calmar el mal rollo, la abuela hizo una comida exquisita, enfundada en un traje de neopreno. Pascualita y yo, sentadas a la mesa de la cocina, temblábamos como hojas en la tormenta y castañeábamos los dientes. Desde la salita, la Cotilla gritó: - ¿Quién toca tan mal las castañuelas?
Antes de comer estuvo montado el altar. La vecina, en plan sacerdotiza esquimal, rogó porque el PP admitiera, como contable, a Luis Bárcenas por despido improcedente, a pesar de haber sido en diferido y no sé cuantas tonterías más. - Tienen que admitirlo. Es un buen contable. Los sobres llegaban puntuales a los bolsillos de sus jefes. Además, es un gran ahorrador, que es lo que se necesita en tiempos de crisis. Basta ver la fortuna que, euro a euro, como una hormiguita, fue ingresando en su hucha de paraísos fiscales. - ¿Hucha? - Un hombre de su valía no puede acabar en el paro... - Pregúntele a Blas el parado, quién es más válido, si un corrupto o una persona honrada. - ¿Blas es corrupto?... No sabía nada... - Está visto que no hay peor sordo que el que no quiere oir.
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