jueves, 9 de julio de 2015

¿Tranquilidad? ¡Ja!

Cuando el calor aprieta, en lugar de irme a la playa, lleno dos barreños con agua fresca, los coloco delante del balcón abierto de par en par y me meto dentro. En uno me siento y en el otro meto los pies. Además tengo el abanico a mano y un vaso de cola cao fresquito.

También pongo un barreño para Pascualita con agua de mar. Y allí estamos las dos tan ricamente mientras Pepe nos "mira" desde la mesa del comedor. De cuando en cuando le tiramos un poquito de agua para que se refresque porque, aunque solo sea una cabeza jibarizada, cuando hace calor lo hace para todos.

Es el único medio que he encontrado de estar en remojo sin meterme en berenjenales. Aquí no hay gaviotas ladronas, ni rateros dispuestos a llevarse la bolsa en cuanto me dio la vuelta. Lo único que fastidia es que llamen al timbre, pero he decidido que no voy a contestar mientras esté metida en los barreños.

El timbre no tardó en sonar. Y así se tiró más tiempo del conveniente para mis nervios. Quién quiera que fuese no se cansaba. Pascualita, a la que debí contagiar mi nerviosismo, empezó a dar saltos mortales como una loca. Al final no pude más y grité: - ¡Ya vale! ¿No ves que no hay nadie, imbécil? - Unos minutos después entró la abuela - "¿Se puede saber por qué no abres la puerta, boba de Coria?" - Porque no estoy. - "Entonces, el mamarracho que se está dando un baño de pies y otro de culo, no eres tú?" - Soy yo pero lo de mamarracho sobra. - "Te aseguro que no. Has tenido a Geooorge media hora en el rellano. Traía los avios para una paella de marisco pero como no estás, nos los llevamos"  - ¡Si que estoy! ¿No me ves? - Geoooorge ha dicho que le has dicho que no estabas... ¿Es verdad?" - Sí. Pero no sabía quién era ¿por qué no lo ha dicho? - "Un mayordomo inglés no se pone a dar voces en la escalera. Tiene que mantener su prestigio" - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! ¿Qué hace tu nieta con el culo en remojo?

Me costó mucho convencer a la abuela de que yo estaba en casa. La Cotilla estaba sorprendida - ¿Has dejado algo de chinchón? (preguntó a su amiga) - "No lo he tocado desde ayer noche en El Funeral. Si alguien te dice que no está en su casa ¿tu qué piensas?" - Pues... ¿es una pregunta con truco? ... ¿Qué no quiere ver a quién llama?. - "¡Bingo! ¿Te apetece una paella de marisco, Cotilla?" - Ya me estoy relamiendo. - ¡Yo también quiero! (protesté) - "¿Hay alguien hablando en ésta casa vacía?" - ¡No está vacía! Mira, está Pepe y Pascual... y yo. Estoy aquí ¿Me vez? ¡Yuuuuujú! - Los ojillos de la Cotilla brillaban de excitación - ¿Pascual comerá con nosotras? ¡Por fin voy a conocerle!

Coloqué a Pascualita en el frutero y se mimetizó con los plátanos. A ella también le gusta la paella aunque el marisco lo prefiere crudo y vivo. La Cotilla seguía dando la paliza a cuenta de Pascual y solo la distrajo de su monotema el tercer barreño. Mientras yo los recogía no pudo contenerse y preguntó: - Si en uno tenías el culo y en el otro los pies... ¿qué hacías con el tercero? - La abuela me miraba con la ceja levantada y la sonrisa torcida. - Era para... Pascual... Para que metiera dentro lo que qui-si-e-ra.

La Cotilla se volvió rápida hacia su amiga - ¡La traidora de tu nieta te quita a tu amante! - La voz de Andresito sonó a nuestra espalda - ¿El amante de quién?








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