viernes, 21 de agosto de 2015

¿La Infanta Elena?

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! Vengo derrengada de tanto trabajar... ay, me sentaré un ratito y de paso beberé un chinchón, nena. - Usted nunca pierde calada. - Dicen que a la ocasión la pintan calva. Con esto de la boda voy a tener gastos extra y con la birria de paga que cobro no me basta ni para empezar, así que, desde muy temprano, estoy "limpiando" cepillos de iglesia. Algunas están muy lejos pero ha valido la pena. - ¿Qué vamos a regalarles? - ¿A quién? - A Elena y Joan. - ¿Quiénes son? - Los novios de la boda que dijo usted... -  ¡Aaaaah! Calla, que no me acordaba de sus nombres, mujer. - ¿Pero los conoce, verdad? - Pues... No hables tanto y trae el chinchón de una vez.

La abuela vino cargada de bolsas. - "He ido de rebajas y me he comprado cuatro cosas para la boda" - ¡Jopé! No sé si te dejarán entrar con esto. (Era un mini vestido escotadísimo) Te verán hasta el carnet de Identidad, abuela. - "¡Que sabrás tú!" - La tela era dorada y roja, imitando fuego. Con una carga espectacular de lentejuelas que, vistas al sol, te dejaban ciega. Luego los stilettos a juego. Y un penacho de plumas, verde loro, con una redecilla delante de la cara hasta la boca. - No te van a conocer. - "Ni falta que hace. Ya me presentaré yo"

- ¿Qué les vamos a regalar? - "¿A quién?" - A Joan y Elena - La abuela se me quedó mirando, dubitativa hasta que pareció encendérsele la bombilla - "¿Qué me dices? ¿Se casa otra vez la infanta Elena? ¿Ha salido en el Hola?" - Te hablo de los novios de la boda a la que vamos a ir. ¿Qué les vamos a regalar? - "¿Tenemos que regalarles algo?" - Es lo que se hace en éstos casos. - "No me gustan las tradiciones. Y a ésta la vamos a abolir" - Pues yo no voy. Que vergüenza llegar al convite con las manos vacías. - Vacías, no (dijo la Cotilla) Yo llevaré unos cuantos tapers y me llevaré comida para tres o cuatro días.

- Por cierto ¿Habéis visto la noticia de la alemana pirómana? No os lo vais a creer pero los mecheros se los vendí yo. (La Cotilla parecía orgullosa) - Me extraña porque esto ocurrió en el sur de Andalucía. - ¿Tu no sabes que todos los alemanes que vienen a España pasan por La Calle del Jamón para desdicha de los vecinos? La mujer estaba medio grogui, bebiendo cerveza con cañita de un cubo de fregar. Le dije si quería mecheros, dijo que sí y le vendí todos los que llevaba. - ¿De dónde los sacó usted? (indagué) -  Se dice el pecado, no el pecador (dijo la vecina, muy repipi) - Que mano más pegajosa tiene, Cotilla. Todo se le pega. - Es un don, envidiosa.

- Estos alemanes nos van a dejar en cueros como a los griegos. Con el dinero por delante, compran sus islas y lo que se tercie. Conquistan Europa sin pegar un tiro. A eso se le llama aprender de los errores. - Son los putos amos del mambo... ¿Implantarán el derecho de pernada como antiguamente? si es así, me pido la primera. No estaría mal un biznieto teutón, rubito... - ·"¡Y con bigote!" (saltó la abuela) - Quita, abuela. No mentes a la bicha... Al final ¿cómo hemos quedado con lo del regalo? - Házlo tu en nombre de todas - ¿Quién paga? - Quién ha abierto la boca... o sea, tu. - Pascualita, apareció entre las algas del fondo del acuario y mirándome fijamente con sus saltones ojos de pez, hizo la señal de OK.

No hay comentarios:

Publicar un comentario