miércoles, 12 de agosto de 2015

Se descubre el pastel.

He ido a la playa con Pascualita. Al llegar he atado la cadenita de la red de acero donde va la sirena, al tirante de mi bañador y nos hemos entrado al agua. Estaba deliciosa. Nadaba con las gafas acuáticas y me lo hubiese pasado pipa si Pascualita, que nunca se conforma con nada, no me hubiese dado la lata queriendo escaparse de la red. - ¿Por qué no puedes disfrutar del momento? Me gustaría soltarte y que te fueras a los abismos de donde vienes pero, hija, no se puede tener todo en éste mundo. Además, esos abismos están lejísimos y con la poca práctica natatoria que ahora tienes, acabarías en las redes de cualquier barco pesquero como ya te pasó una vez ¿o no recuerdas que te encontré en una lata de sardinas?

Pascualita no entiende de razonamientos y es terca como una mula. Así que se ha pasado todo el rato mordiendo el acero tratando de romperlo. Yo me he dedicado ha nadar a placer. De repente, una cara horrible ha aparecido a dos centímetros de mi. ¡Un monstruo marino! Tal vez, un pariente de la sirena que venía a rescatarla. Sea lo que fuere me ha asustado tanto que a  punto he estado de ahogarme.

No hacía pie ni podía agarrarme a ningún sitio. Bebía agua salada a borbotones. ¡Me iba al fondo! Mi último pensamiento fue para la sirena que quedaría atrapada en la trampa de acero. Cuando recogieran mi cadáver la encontrarían, la llevarían a un laboratorio secreto donde la estudiarían a fondo, la diseccionarían... Abrí la boca bajo el agua y grité ¡Pascualitaaaaa!

Sentí que me tiraban del pelo hacia arriba y segundos después aspiré aire. - "¡Cierra la boca de una vez, boba de Coria, que acabarás ahogándote!" - Oh, no. Abuela ¿eres tú?... ¿Estoy muerta? - "Estás como siempre ¡Tonta perdida!" - ¿Pondrán nuestras fotos juntas en la Pared de los Finados de El Funeral? -

¡Que tortazo me llevé! Resulta que no estaba muerta y que el monstruo marino, era la abuela. Y me había salvado aunque a punto estuvo de dejarme calva. - Abuela, siento decirte que te veo. - "¡Pues claro, alma cándida!" - ¿Cómo sabes que tengo súper poderes? - "No los tienes. No soy invisible" - Pues... no te veía nadie... Ni Geooorge... Ni siquiera la Cotilla...

A la hora de comer vinieron todos a casa y Geooorge trajo un rosbif con puré de patatas y guisantes. Todos estaban contentos ... menos yo. Me sentía ridícula. - "¡Sabía que os ganaría la apuesta cuando dije que mi nieta se creería lo que le dijéramos, a pies juntillas!" - Debo reconocer (dijo la Cotilla) que me ha sorprendido porque es aún más tonta de lo que creía. - Andresito quiso enseñarme el lado bueno de todo aquello. - No lo hay, abuelito (dije compungida) - Verás como el municipal que vino ayer, cuando se crea que, verdaderamente, tiene un poder como le dijiste, vendrá y te mirará con otros ojos... - ¿Tu crees? - Saltó la abuela - "Entonces, aprovechas y le dices que te haga un biznieto. ¡A ver si puedo tener uno de una puñetera vez!"

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