jueves, 27 de agosto de 2015

Víspera de boda.

Estaba tranquila en casa, explicándole a Pascualita cómo es una boda mientras comíamos pan con aceite y tomate y nos chupábamos los dedos, cuando han llegado la abuela y la Cotilla hechas un manojo de nervios.

- "¡Aún no tengo claro lo que quiero que me hagan en la peluquería!" - A mi me harán los pies (dijo la Cotilla) - "¿Y piensas ir a la boda con estos pelos estropajosos que llevas?" - Tu no sabes el éxito que tienen. Doy pena y la gente, en lugar de diez céntimos, me da un euro. - "¡Pero vamos de boda!" - ¿Es que no habrá gente? Pues, entonces... - "Estoy deseando que llegue mañana ¡Que nervios, por Dios! Y eso que los novios no son nada mio" (dijo la abuela mientras se estrujaba las manos) - Habrá que verte cuando me case yo (exclamé) - "No caerá esa breva. Por eso saco mis emociones con extraños" - Esto me ha dolido... Me aplicaré a fondo para remediarlo.

- Nena, ¿qué tienes ahí? - Atraída por la cháchara de las dos amigas, no me acordé de guardar a la sirena y la tenía en las manos. Al oír a la Cotilla empecé a sudar. Los nervios me cerraron la garganta y no podía hablar. La abuela había ido a por el chinchón y no se enteró de nada. Al volver a la cocina hablaba de su vestido nuevo - Las lentejuelas, brillando al sol, harán que incremente el número de socios de la Once. Llevaré joyas a punta pala y pareceré una aparición... ¿Pasa algo?" - Sí (dije para despistar la atención de la vecina) esperamos el chinchón. Cotilla, traiga vasos con hielo picado a la salita. - ¿Yooooo? Estás en tu casa, bonita, Te toca a ti mover el culo.

Mientras me alejaba escuché a la Cotilla comentárle a la abuela - Tu nieta te ha robado porque esconde algo que no quiere enseñar. - "Pues como no sea... No sé que puede ser... ¿Estás segura?" - Tan segura como que nos cargamos a tu primer marido. - "Nenaaaaaa ¿Tu quieres morir joven?... ¿No? Pues ya me estás devolviendo lo que me has quitado".

Desde la puerta de la salita le tiré a la sirena para que la cogiera al vuelo, pero le di poco impulso, por los nervios supongo y cayó, a medio camino, en el escote de la Cotilla donde se agarró con los dientes a uno de sus ajados pechos. Inmediatamente comenzaron los gritos, las carreras, los saltos mortales, los llantos... y la hinchazón exagerada de la teta en cuestión. - ¡Oh, no. Oh, noooooo! ¿Con que ropa voy ahora a la boda?¡ No cabré en el vestido! - La abuela le dio ánimos. - "Piensa que no hay mal que por bien no venga. Y que es mejor tener una teta turgente, que dos pimientos secos"- Visto así... - "Vamos a brindar por Joan y Elena ¡MUCHAS FELICIDADEEEEEEES!

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