domingo, 11 de octubre de 2015

El Castillo de la Bella Durmiente.

Estábamos comiendo una paella que la abuela se ha dignado a hacer. Por primera vez desde hace mucho tiempo, el Municipal ha comido con nosotros porque, ya que está bajo mi cama (y dado por desaparecido en el trabajo) lo he invitado.

Andresito está preocupado por la caída del balcón. - A ver si vas a tener aluminosis, nena. - "Solo le faltaría eso. Así sí que no va a encontrar novio" - Me refiero a las vigas, cariño, no a ella. - ¿Me pagas el arreglo, abuelito? - "¡Ni hablar! Ya te lo dije: el balcón es tuyo, así que cada palo que aguante su vela" - Tendré que ir a comer al comedor social (lloriqueé) - ¡Allí no se come mal! (saltó la Cotilla que no puede tener la boca cerrada) - Miralo por el lado bueno, nena. el día de mañana tendrás una experiencia nueva que contar a tus nietos (dijo el abuelito, conciliador) - ·¡¡¡¿Sus nietos?!!! (la abuela se atragantó de risa) Tendrá que correr mucho para ver crecer a sus hijos, si es que consigue que alguien le haga el favor de hacérselos.  Mejor adóptalos de viente años para arriba si quiere ver a tus nietos jajajajajaja ¡Ay! Andresito, que mal te sienta el vino"

Al abuelito no le gustó que su mujer lo ridiculizara delante de los que estábamos allí y cambió de conversación y yo me quedé sin saber si me financiaría la obra del balcón. Cuando vino la crisis dejé de pagar el seguro y ahora... ¡Mecáchis en la mar!

Para tener la mente entretenida en otras cosas, cogí a Pascualita del acuario y la metí en mi escote. Aunque no era calor humano precisamente lo que sentí al ponerla ahí, sino un escalofrío porque el bicho, como pez, no es de sangre caliente. Al cabo de un rato me di cuenta de que Bedulio no me quitaba ojo del pecho. Pascualita se movía. Tuve que distraer su atención: - ¿Sabíais que a la bandera de la Comunidad Autónoma le han pintado un castillo? - "Eso más viejo que andar palante" - Siempre ha habido un castillo, nena. - "Sí. Y tus Pinochos le dieron la vuelta para que la bandera pareciera la americana" - Eso fue una innovación. - "Dí más bien, chorrada" - ¿Cómo está puesto ahora? (la Cotilla solo se entera de lo que le interesa) - "Arriba, en el rincón izquierdo, donde van las estrellas de la americana" - ¡Ostras! Si consigo unas cuantas las venderé a coleccionistas (dijo la ilusa de la vecina)

- Han cambiado el castillo por el palacio de la Bella Durmiente. - "¿Los Pinochos se han atrevido a hacer eso?" - ¡Claro, abuela! Si se han atrevido a asaltar la Caja de las Pensiones, lo de la bandera es una chorrada. - ¿Ha cogido MI pensión esta tropa? (La Cotilla estaba fuera de sí) - No me gusta que se hable de gente que, al no estar aquí, no puede defenderse. - Abuelito, se te ve el plumero. - Y a ti se te mueven las tetas (quedamos sorprendidos al oír la voz del Municipal)

Pascualita bregaba por sacar la cabeza fuera de mi camiseta y yo empecé a sudar pensando que, de un momento a otro, me mordería. - ¡Abuela, toma! - Al ver los pelo-algas tiesos  y los ojos redondos, más saltones que nunca, la abuela le dio un manotazo a la sirena y la mandó de vuelta al acuario.

Bedulio, que había visto no sabía qué, estába pálido y gritó. - ¡Encended velas para las ánimas del Purgatoooooorio! ¡No quiero que me lleven con eeeeeeeeellas! - "¡Calla de una vez, mala sombra!" - - ¿Qué sombra? ¿Dónde está la sombra? (estaba enloquecido) - Emprendió una loca carrera hacia el balcón  - ¡Nooooo, Beduliooooooo. Nooooooo! - Pero no me hizo caso. Y saltó al vacío. - "¡Vaya golpe que se habrá dado! ¡Maquillaros, peinaros y a la calle! ¡Cotilla, llama a la tele y di lo que ha pasado sin dar muchas pistas! ¡Vamos, vamos, que tenemos la exclusiva y saldremos en los telediarios!"




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