miércoles, 14 de octubre de 2015

La abuela dice sí al señor Li.

La abuela ha venido a verme. - "El señor Li me manda decirte que si os casáis o qué. Le he dicho que sí" - ¿Que sí, qué? - "Que vais a casaros" - ¡Pero... pero... pero ¿quién eres tú para decidir por mi? - "Tu abuela. Que pregunta más tonta. Velo por ti. Para que no te quedes sola el día de mañana. Porque si hay que esperar a que te decidas, nos darán las uvas. ¡Lenta, que eres una lenta! Además, se te va a pasar el arroz y el biznieto no llega" - ¡Yo no me caso con ese! - "¿Por qué es chino?" - ¡Porque no lo quiero! - "Eso es una excusa tonta. En cuanto veas lo gruesa que es su cartera, le querrás" - Yo no soy como tu. - "Insinúas algo" (el tono era amenazador pero yo estaba muy enfadada y no me eché atrás)" ¡Te casaste con Andresito por dinero! - "Naturalmente. Vaya noticia"

Apenas pude comerme las dos ensaimadas que me había traído la abuela, del disgusto que tenía - Ya puedes ir a decirle al señor Li que ¡no me caso! - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿qué le pasa a ésta? - "Doña Caprichos no quiere casarse con el chino" - Siempre ha sido tonta pero, con los años se está esmerando. - "Si no te casas, dentro de unos años lo lamentarás, como hago yo por no haberme cargado, como Dios manda, a mi primer marido" - ¡¡¡Abuela!!!... Puede estar escuchándote. (No me hizo caso) Toda la vida presumiendo de que lo habíamos matado nosotras y resulta que ¡tú, pendón desorejado, le diste laxante en lugar de un veneno clásico!" - Pensé que la dosis de caballo que le di, acabaría con él (se excusó la Cotilla) - "¡Pensaste, pensaste! ¿Quién te dijo que pensaras?"

El fantasma del abuelito Roberto estaba a mi lado, sin perder una sílaba de lo que hablábamos. Y a pesar de que no le veía la cara que, a saber dónde la había tirado, me di cuenta de que sufría. - Justo, en ese momento, llegó Andresito. - Os he oído desde la calle, hablando de venenos y laxantes ¿qué pasa? - "Que la niña no quiere casarse con el chino" - ¿Qué tiene que ver la velocidad con el tocino? - La abuela se quedó parada, luego puso cara de no haber roto nunca un plato. - "No tengo ni idea de lo que me dices, cariño" (luego se acercó, zalamera hasta su marido, alargó el hociquito y le besó la punta de la nariz. Andresito se derritió... Y a Roberto le salió humo, con olor a azúfre, del cuello cortado.

A partir de aquí, se dedicó a fastidiar a su "rival". Coloqué a Pascualita, en plan broche, en mi rebeca. Era conveniente que viera esa lucha de gallos (aunque uno no supiera qué pasaba) por si le sirve de algo cuando vuelva a su hábitat)

Antes de que los abuelitos se fueran en el rolls royce, Roberto le había quitado dos veces la silla a Andresito que se dió sendas costaladas. Un vaso de agua le cayó en los pantalones. El café salió de la taza, ardiendo y salpicándolo al ir a beberlo. La puerta del baño le faltó un tris para pillarle un dedo. La cartera estaba contínuamente en el suelo, etc. etc. Al final, la abuela me llevó a un rincón. "¿Que es lo que pasa?" - Mi primer abuelito está celoso. - "¡Malditos jívaros! Por qué no empezaron a comérselo por la cabeza..."

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