miércoles, 21 de octubre de 2015

Noche de las Vírgenes (Nit de Verges)

Siguiendo con la tradición de partirme el sueño por la mitad, la abuela ha venido a casa, ha encendido la lámpara de mi cuarto, ha llenado mi cama de claveles rojos y ha gritado - "¡¡¡Estoy segura de que te he ganado!!!"

Curiosamente, no era muy temprano: las siete y media de la mañana pero me produjo mal efecto despertarme y encontrarme a la abuela con Pascualita y un montón de flores esparcias sobre mi. Mi primera reacción fue temblar y luego, preguntar: - ¿Me he... muerto?

- "¿Dónde están tus claveles? ¿Cuántos buñuelos te han sobrado? ¿Cuántos Clavelitos te han cantado?" - ¿Seguro que  no... me he muerto? - "¡Que no, jodía! ¿Quiéres responderme?... ¡Ya sé lo que te pasa! ¡No te han dado ninguna serenata! ¡Lo sabía! jajajajajaja! ¡No te ha rondado nadie, alma cándida! jajajajajajaja. Mira mis claveles ¡hay un montón! Venga, vamos a comernos los buñuelos para desayunar" - ¿Qué buñuelos? - "¿No compraste? ¡En qué mundo vives! Si hubiesen venido a rondarte hubieses hecho el ridículo más espantoso. No digas a nadie que eres mi nieta ¡Que vergüenza!" 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! Me he encontrado al Lapa en el rellano de la escalera. - No paráis de gritar y he oído algo de buñuelos... - Traigo dos bolsas llenas: de los normales y de nata.- ¿Los ha comprado, Cotilla? - No me gusta perder las buenas costumbres. Estaban en el del contenedor del súper. Unos minutos después, desayunábamos. Cuando el vecino alargó la mano par coger un buñuelo, la abuela le dió un manotazo - "¡Quieto! Primero cantas, luego comes. Esta noche es la víspera de las Verges (vírgenes) y hay que dar una serenata" - Nos miró a las tres - ¿A quién? - "¡A todas!" - Se echó a reír - Jajajajajaja pero es qué... vírgenes no veo ninguna ¡¡¡Aaaaaaaayyyyyyy! (el pescozón resonó en toda la casa) Después la abuela le señaló la puerta de la calle. Antes de salir y en un arranque de rabia, cogió la bolsa de los buñuelos rellenos y salió por pies. - ¡Será...! (empecé a decir pero la Cotilla me dio un golpe en el hombro)

La abuela nos contó que quienes habían tenido más éxito en El Funeral fueron su amiga Conchi y ella. La mayoría de los amigos se vistieron de tunos y llevaron bandurrias y guitarras para rondar a las "chicas" Clavelitos se cantó, lo menos, veinticuatro veces. Recibieron varias proposiciones indecentes pero muy apetitosas que ella no pudo aceptar porque Andresito no le quitaba ojo. Los piropos les llovían con cada brindis. Y los brindis eran cada vez más seguidos. Bailaron, comieron y cantaron hasta que el dueño,- "Que no tiene nuestra vitalidad porque es un jóven de cincuenta años" - dijo que ya no podía más y quería irse a dormir.

Pasamos una velada agradable y acabamos dormidas en los sofás de la salita. - Me despertó un ruido de taconeo en la escalera. Por la mirilla vi al Lapa, con la cara verdosa, doblado sobre sí mismo y bajando las escaleras como si pisara huevos. En cambio su mujer iba ligera , gritándole: - ¡Corre que el taxi está abajo! ¡Con lo mal que te sienta la nata, vas y te comes todos esos buñuelos! - El, con voz angustiada, solo acertó a decir: - No llego... al taxi..., María de la Encarnación...

Sobre el acuario había un clavel rojo que la sirena miraba con curiosidad.

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