sábado, 31 de octubre de 2015

Víspera de todos los Santos.

Esta noche es la víspera de Todos los Santos y siguiendo la tradición, me he comprado un rosario de frutas escarchadas, panallets y bombones. Lo llevo colgado del cuello todo el día, como cuando era pequeña. Entonces me lo regalaban y la abuela se apresuraba a comerse la patena de calabaza confitada. Así que no sé si me gusta o no porque nunca llegaba a tiempo. Pero éste año la cosa va a cambiar porque no pienso separarme de él y mañana me lo comeré yo solita.

- "¿Qué haces con eso colgado, alma de cántaro?" - Reviviendo mi niñez (la abuela acababa de llegar, cargada de bolsas) - ¿Venís de rebajas? - "No eres más tonta porque no te entrenas ¿Con lo rica que soy? Venimos de recoger los disfraces para ésta noche. Hay fiesta de Halloween en El Funeral" - ¿Puedo ir? - "¿Vas a ir disfrazada de Niña con rosario?" - No estaría mal. Al fin y al cabo, es nuestra tradición" - "¡Eres una cateta! Hay que ponerse al día... Deja que te mire bien... la patena está un poco torcida" - Antes de que la abuela la tocara, grité. - ¡Quieta, parada. Que te veo venir. Este año me la comeré yo! - "¿Cómo puedes ser tan egoísta? ¿A quién saldrás?"

Al final me invitó a la fiesta. Así que tuve que ir a comprarme el disfraz. Y lo hice con el rosario colgado del cuello, por si las moscas. Cuando hube conseguido todos los complementos ya empezaba a oscurecer. Tenía que darme prisa. En cuanto entré en casa y sin tiempo de encender la luz, choqué con una espesa y pegajosa telaraña. Me puse histérica y grité. Antes de poder soltarme, una lucecita parpadeó en un rincón del pasillo ¡ Un hombre con un enorme cuchillo, venía hacia mi!

Seguí gritando y buscando la puerta porque estaba desorientada ¿Dónde me había metido? Un pequeño vampiro revoloteó ante mi cara de la que colgaban retales de telaraña. Corrí despavorida para que no me alcanzara y me mordiera. Otra pequeña luz iluminó, escasamente, el lugar donde una momia, con los brazos extendidos, caminaba en mi dirección. - ¡No puede ser! ¡¡¡Me he equivocado de casa!!! ¡¡¡SOCORROOOOOOOO. QUE ALGUIEN ME AYUDEEEEEEEE!!! -

Una mano, salida de la nada, me dio una copa llena (de chinchón, pensé) pero, gracias al tenue reflejo vi que era ¡SANGRE! .

Grité y grité hasta caer desmayada.

Al volver en sí, estaba en el comedor de casa, con la luz encendida. No me atreví a abrir los ojos por si la pesadilla regresaba. Y miré a través de las pestañas. Andresito, la abuela, la Cotilla, y Geoooorge, sentados a la mesa, entre copa y copa de chinchón, estaban dando buena cuenta de mi rosario. Sobre todo la abuela que se había echo la dueña de la patena y no dejó ni las migas. El murciélago estaba atado a una cinta que colgaba de la lámpara . De repente lo reconocí ¡Era Pascualita disfrazada! Me levanté de un brinco y todos me metieron prisa - "¡Por tu culpa llegaremos tarde a El Funeral" - Mira lo tarde que es y tu sin vestir (me riñó la Cotilla, vestida de momia)

No me dejaron replicar ni enfadarme porque todo había sido una broma del Halloween de las narices. Pero lo cierto era que, otra vez, me había quedado sin probar, ni la patena, ni el rosario. 


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