lunes, 16 de noviembre de 2015

Que mala es la envidia.

Pascualita y yo hemos estado tranquilas varios días mientras la Cotilla estaba entre rejas. De vez en cuando me acordaba de ella y llamaba a la abuela.  - ¿Le llevamos un bocadillo de sardinas? - "Para qué, si dice Andresito que allí los dan muy buenos de chopet" - ¿No sientes ni un poquito de arrepentimiento por lo que le has hecho? - "Ni pizca. Mientras está encerrada hace tres comidas al día y, encima, saldrá con más dinero porque no habrá tenido gastos y llegará a fin de mes con la paga casi entera. ¡Menudo favor le estoy haciendo!" - Visto así...

A mediodía los abuelitos se presentaron en casa con una paella de mariscos . Querían hablarme de su situación matrimonial, que no es muy buena desde la última faena de ella. Sentada a la mesa, con la sirena colocada en plan broche, la abuela abrió el fuego de la discusión - "Tienes ante ti a la persona más egoísta que se pasea por Palma" - Menos mal que lo reconoces, abuela. - "Las faltas de los demás no me duele reconocerlas y Andresito es muy egoísta" - Pero si siempre hago lo que tu quieres aunque no me guste. - "¡Es tu obligación! El cura, al casarnos nos dijo que: Para lo bueno y para lo malo. O sea que hay que estar a las duras y a las maduras ¿te acuerdas? Pues no lo parece" - Eso iba para los dos, no solo para mi. - "Eres duro de mollera ¿cómo va a ser para mi si el cabezón de familia eres tú?" - Se dice cabeza, abuela. - "En este caso no, porque es muy cabezón"

La discusión siguió hasta que terminamos de comer y nos trasladamos a la salita a tomar café. Allí el abuelito, que iba embalado con sus razonamientos, tropezó con un muro de cemento armado. - "¡Chist, calla ya y pon unos chinchones!" - No se hizo de rogar (será por la fuerza de la costumbre) después intentó reanudar de nuevo la discusión pero la abuela ya no le escuchaba porque roncaba a pierna suelta recostada en el sofá. - ¿Te das cuenta de lo triste que es mi vida, nena? (me dijo, acongojado) - Y no recuerdo si le contesté...Es que la siesta es sagrada.

Por la tarde vino la Cotilla. - "¡Hombreeeeeeee, dichosos los ojos que te ven!" (gritó alborozada mi abuela en una actuación digna de un Oscar) - He estado en la cárcel. - "Serás envidiosa toda tu vida. Menos mal que Andresito no se tiró a un pozo porque te hubiéses tirado detrás con tal de quitarle el protagonismo" - No lo hice adrede... - "A mi no me engañas, que hace mucho que nos conocemos... ¿Y por qué fue?" - Encontraron unas bolsitas en mi bolso. Dijeron que era droga pero no recuerdo haberlas visto antes... - "La bebida te va a matar (y le sirvió un chinchón) Te tengo dicho que no bebas tanto" - ¿A mí? - "¿Ves? el alcohol te nubla el entendimiento... ¿quiéres otra copa?" - El broche... se mueve (y le tembló la voz) - "Brindemos por que se te vayan las alucinaciones" - No nos hicimos de rogar.

 

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