sábado, 13 de febrero de 2016

Ciudadanos quiere buscar el ADN de las cacas de perros para multar a sus dueños.

- "¡Nena! escucha que te vas a reír un rato jajajajajajaja... ¿Me oyes?... ¡¡¡Nenaaaaaa!!! Hay que ver lo que te gusta dormir. Si todos hiciéramos como tú, apañada estaría España ¡Despierta ya, jopé!" - ¿Humm...? zzzzzzzzzzzzz - "Te voy a reglar un perro para que lo pasees por ahí jajajajajajajaja. Es que me parto solo de pensar la pinta que tendrás cuando el que estire de la correa sea él y te pasee a ti jajajajajajaja... ¿Me estás oyendo?... Andresito, me voy a casa de la Nena que no me contesta. Ves llamando a Pompas fúnebres que lo mismo se ha muerto"

Los vecinos de la finca estaban asomados a la escalera insultando a la abuela por el escándalo que formaba llamando al timbre y aporreando la puerta de mi casa - ¡Saque la llave, desgraciada! - "¿Y si está muerta?" - ¡Razón de más porque no creo que se levante a abrirle, vieja loca! - Justo cuando la abuela empezaba a subir las escaleras para encararse con quién le había dicho esto último, abrí. - ¿A qué viene ésto?

Me dio tal empujón la abuela que recorrí el pasillo de espaldas y trastabillando hasta llegar al comedor donde tropecé con la alfombra y me caí, arrastrando conmigo el acuario al que me había agarrado para evitar justamente eso: la caída.

Mojada como una sopa, con las algas por montera y la sirena, recién despertada, lanzando dentelladas desde mi barriga, empecé a darme cuenta de la situación en que me encontraba,pero no el motivo. - "¿Se puede saber porque no contestabas ni abrías?" - Estaba durmiendo. - "¡Lo que estás es catatónica perdida, boba de Coria! Nadie duerme tan profundamente como tú. Ya se lo dije a tu madre cuando te vi nada más nacer: ¡Esta niña no es normal. Te ha salido tonta!" - ¿A qué viene todo esto, abuela? - "Tengo que contarte algo y como por teléfono no decías ni mú, he venido para decírtelo a la cara" - ¿Es algo urgente? - "¡Naturalmente! Es algo que, si no te lo cuento, no podré dormir"

Preparé café. Por la ventana de la cocina solo se veía la luz de las farolas, lo demás era pura negrura. Miré el reloj: las tres y media de la madrugada. Se me alteraron los nervios pero no dije nada. Puse café en tres tazas. Pascualita, siguiendo su fea costumbre, saltó dentro de una de ellas y nosotras nos tomamos el nuestro. - ¿Qué tienes que contarme? - "Que me hace ilusión que tengas un perro jijijijijiji y con lo despistada que eres, no ganarás para pagar multas jajajajajajaja" - ¿Por tener un perro que no quiero tener? - "Hay, hija, que sosa eres. Más de una vez, no recogerías las deposiciones que iría soltando por ahí" - Si mi perro perdiera deposiciones, claro que las cogería. - "¡¿Las cacas?!" - ¡Hay, no. Que asco! - "¿Lo ves? Te caería una multa" - ¿Por eso? Si están las aceras llenas y no multan a nadie. - "Ahora sí. Dicen los de CIUDADANOS que quieren que se examine el ADN de los excrementos caninos abandonados para identificar a sus dueños ¡y multarlos!"

El café empezaba a hacer mella en mi y... en Pascualita. Ambas nos estábamos poniendo frenéticas aunque por diferentes razones. - ¿Eso era lo que tenías que contarme? - "¿A qué es divertido? jajajajajaja Ciudadanos quiere gastarse una pasta gansa en ¡eso! ¡Vamos! pa mear y no echar gota"

La cafeína me atacaba el sistema nervioso. Mis ojos se abrían como platos. Me temblaban las manos, hablaba más deprisa. Le di un manotazo a Pascualita y me clavó los dientes quedándose colgando de la mano. Sus ojos también estaban desorbitados. De repente, cogí un cuchillo del fregadero dispuesta a hacerle la autopsia en vivo a la abuela y al Lucero del Alba... Tengo un vago recuerdo de verla correr por el pasillo, entre nubes rojas y desaparecer tragada por la oscuridad de la escalera. Pascualita seguía mordiendo mi mano y ni siquiera sentía el dolor... Después todo han sido vueltas y más vueltas en la cama intentando, en vano, dormirme de nuevo,

 Esta tarde, al despertar, la mano estaba tan hinchada que apenas se veían los dedos. La cama estaba desecha y la botella de chinchón vacía sobre la colcha. Pascualita dormía aferrada a ella. Creo que tiene un coma etílico. He llamado a la abuela y con voz pastosa le he dicho: - ¡La madre... ¡hip!...que te pa... ¡hip!... rió! Es lo menos que podía decirle.

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