lunes, 1 de febrero de 2016

El Tonto y la Tonta.

- "Nena, ¿está Andresito en tu casa?" - No. - "La Cotilla me ha dicho que sí" - ¿A quién vas a creer más. A ella o a mi? - "A ella. Si lo ves le dices que nos vamos a divorciar" - ¿Quieres dejarme sin abuelito? - "No seas tonta, mujer. Tu abuelo murió hace ya la tira de años" - Ya lo sé. Pero éste me cae muy bien y encima tiene la Torre del Paseo Marítimo... ¿Por qué quieres divorciarte? - "¿Te gustaría que la gente te llamara tonta?" - Tu me lo llamas a mi. - "¡Yo no soy gente, soy tu abuela y te llamo como me da la gana! No es lo mismo."

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¿Y esa cara, a qué viene? - Los abuelitos se divorciarán un día de éstos. - ¿En serio? ¡Saca el chinchón que hay que celebrarlo! Por fin tengo vía libre para pescar a Andresito.

En ese momento, entró en casa. Se le veía muy descuidado con barba de varios días. Caminaba arrastrándo los pies como si fuera un viejo... quiero decir, más viejo aún. La Cotilla corrió hacia él y lo llevó de la mano hasta la mesa de la cocina. - Nena, preparale un café con leche y se comerá éstas ensaimadas de hace tres días. Mira qué buena pinta tienen. Estaban en el contenedor de un restaurante caro. - Sin rechistar, el abuelito se comió todo lo que le pusimos. - Y ahora te daré una buenísima noticia. ¡En poco tiempo volverás a ser soltero! (gritó una entusiasmada Cotilla) ¡Podremos casarnos! - ¿De qué habla ésta mujer? (me preguntó Andresito) - La abuela te va a pedir el divorcio... ¡y yo me quedaré sin tu herencia, buaaaaaaaaaaaaaa!

Durante la mañana se cruzaron un montón de llamadas telefónicas entre los abuelitos: explicaciones, quejas, aspavientos, cabreos, lloros, promesas de amor, palabrotas... Aquello era el cuento de nunca acabar y como se acercaba la hora de comer y yo ya estaba hasta el gorro de tanto trajín telefónico, le quité el teléfono de las manos al abuelito y dije a la abuela. - ¡La Cotilla ha pasado al ataque y se quedará con tu marido si no espabilas!

El concierto de pitos debajo del balcón no tardó en oírse. Los poderosos frenos del rolls royce se oyeron claramente cuando aparcó, como siempre, en la parada del bus. La abuela entró en tromba en el comedor, pegó un puñetazo encima de la mesa y se hizo el silencio. - "¡Cómo le toques un pelo a mi marido te rajo en canal!" - Pero si ya no lo quieres. Eres como el perro del hortelano: que ni come, ni deja comer. Tu no lo quieres, pues me lo quedo yo. - "¡Por encima de su cadáver!" - Será del tuyo... (se atrevió a decir el abuelito) - "¡El tuyo, alma de cántaro! Porque serás el primero en caer, después le tocará a la desgraciada ésta"

La discusión iba tomando mal caríz y decidí dejarlos solos por si se escapaba una torta y me daba a mi. Me senté junto al acuario y me tranquilicé viendo a Pascualita nadar con elegancia entre las algas del fondo mientra me miraba de reojo. Un rato después dejé de oír los gritos. - "Ya está todo arreglado" - ¿Ya no os divorciáis? - "No. Hemos llegado a un acuerdo. Andesito robará los pocos sobres que encuentre en su Partido y luego lo contará a los periodistas" - ¡Será corrupto! - "Pero no tonto. Habrá robado como todos" - ¡Irá a la cárcel! - "Ese es el plan. No estoy dispuesta a que nos digan: Ahí van el Tonto y la Tonta" - Os dirán ladrones, sinvergüenzas, corruptos, chorizos... - "¿Te imaginas qué categoría? Como a Rato y a toda la corte celestial del Partido. Volveremos a ser noticia. Saldremos en los telediarios y la gente hablará de nosotros... ¡Vamos a ser corruptos!"

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