miércoles, 24 de febrero de 2016

La abuela liga de nuevo.

Mientras yo me debato entre la vida y la muerte, la abuela se ha dignado a visitarme. - ¡Creía que me había abandonado a mi suerte! - "¿Qué suerte, boba de Coria? ¿Estar griposa y mocosa; estornudar, babear, toser; mojar la cama de sudor apestoso... A eso le llamas SUERTE? No eres más tonta porque no te entrenas... Por cierto, tus vecinos preguntan por ti jejejejejeje Les he dicho que después los saludarás" - ¡Ni loca! ¡Tienes que sacarme de aquí sin que me vean! Soy el único cartucho que te queda si quieres ser bisabuela algún día. - "¿Me estás chantajeando?" - Sí.

Lo cierto es que no ha venido por mi sino a buscar un antiguo bañador, que compró en los años 60 en uno de los puestos de ropa del Mercado de Pere Garau. - ¿Guardas eso? - "Si las iglesias hubiesen tirado los millones de huesos y huesecillos encontrados a lo largo de la Historia, en lugar de darles una identidad como reliquia, se les hubiese acabado el negocio hace tiempo. ¿No has oído eso de que quién guarda, siempre tiene?" - ¿Es para un museo? - "Es para mi. Me voy a la playa con Pascualita y quiero lucir tipo sesentero"

Mientras rebuscaba en su antiguo dormitorio, llamaron a la puerta - ¡¡¡Abuelaaaaaaa. Abre tú, que serán los vecinos!!! - "Será Baldomero. Es muy puntual" - A través de la mirilla vi a un hombre mayor vestido de capitán de barco... o algo así. - ¿Baldomero? (pregunté) - ¡El mismo que viste y calza, señora!

Entró en casa como si fuera el mismísimo Cristobal Colón recién llegado de América. Hizo un recorrido turístico, habitación por habitación, como si yo no estuviera. Al llegar a la de la abuela encontró la puerta cerrada. - ¿Está aquí la Estrella más glamurosa de la mar océana? (la voz le sonó como el trino de un ruiseñor) - La "estrella" contestó, encantada - "¡Oh, Capitán, que amable eres! Ahora salgooooooooo..." - En efecto, salió envuelta en un anticuado albornoz blanco que había sufrido muchos lavados en otro tiempo. Entonces, como si de un sádico exhibicionista se tratara, lo abrió apareciendo en bañador con faldita y pecho picudo. - ¡Dios mío! (pensé yo) - ¡Dios mío! (gritó el capitán Baldomero) ¡Dejas a la Venus de Milo a la altura del betún!

- ¿El abuelito vendrá con vosotros? (pregunté a mala leche porque esta situación me olía a adulterio y no quería ser cómplice... ni quedarme sin heredar la Torre del Paseo Marítimo) - "¡No cabe en el yate! jajajajajajaja"

Mientras la pareja se desacía en risas y piropos, metí a Pascualita en el termo de los chinos que colgaba de mi cuello. Después, me disfracé de repartidor de propaganda, con el carrito de la compra llena de todo lo que echan durante un mes en el buzón y que me gusta guardar. Me puse un sombrero de paja y unas gafas que encontró la Cotilla en un contendedor de basura. Nadie se fijó en mi y unos minutos después, en el anticuado coche del Capitán Baldomero, nos alejamos camino de la playa.


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