domingo, 14 de febrero de 2016

San Valentín

Los abuelitos han venido a comer. En el rolls royce han traído los avíos de la paella que Geooorge se ha encargado de subir a casa.

Me ha costado reconocer a Andresito por eso, en un aparte, le he preguntado a la abuela: - ¿Te has traído a la momia de Tutmosis III? - "¿Lo dices por Andresito? El pobre no levanta cabeza y se está quedando en el chasis" - No sabía que estuviera enfermo... - "Ya lleva unos años pero, de un tiempo a ésta parte, va de cabeza a la tumba con el freno de mano quitado" - ¡No digas eso, mujer, que se me encoge el corazón y luego no podré comer! - "Mira que eres boba. Es cuando se encoge el estómago que no se puede comer jajajajajaja" - Menos mal. Ya pensaba que me quedaría sin paella.

La abuela me contó que la culpa de todo la tiene lo de su Partido. - "No puedo poner la televisión en casa porque, en cuanto salen los Pinochos, se pone a llorar. Tiene manía persecutoria. Cada vez que llaman a la puerta piensa que vienen a detenerlo" - Pues sí que se cree importante el hombre. - "Eso le digo yo. Y si supieras cómo se puso, el día que el Presidente no le dio la mano a Pedro, cuando dije esa frase tan mallorquina: los cerdos y los señores, han de venir de casta" - ¿No le gustó? - "No. Gritó diciendo que el Pinocho Mayor del Reino es miope y no vio la mano del otro, cosa que no hubiese ocurrido de haberse puesto un guante rojo para que destacara" - Eso también puso ser... ¿no? - La abuela me miró de reojo. - "O que dio la casualidad de que los dos políticos realizaron sus movimientos al mismo tiempo: el abrocharse la americana uno y levantar la mano el otro ¡Claro, no se pueden hacer dos cosas al mismo tiempo!" - Ahí lleva razón el abuelito. (dije, convencida) - "¡Qué cruz tengo con vosotros dos!"

El arroz olía a gloria. Y como la nariz de la Cotilla es un detector de aromas culinarios, se presentó en casa en el momento justo en que Geoooorge sacaba la paella a la mesa. Después de haber devorado dos platos colmados, la Cotilla se fijó en el abuelito y eso que lo tenía delante. - ¡Anda, pero si es Andresito! Que mala pinta tienes, hijo (dijo con voz compungida. Después se dirigió a la abuela) Si estuviera en tu lugar ya iría eligiendo la foto para poner en la Pared de los Finados porque este no te dura dos telediarios. - ¡No mientes las noticias! (gritó, paranoico, el abuelito)

La abuela le llenó varias veces la copa de vino. - ¿Toma pastillas? - "Sí" - A ver si se va a morir mezclando pastillas y vino. - "Prefiero que se muera de golpe y me quedaré tranquila porque cuando se ducha temo que se vaya por el desagüe." - La Cotilla se levantó y puso la tele. - Total, si ya está más allá que acá... - En la pantalla apareció Esperanza Aguirre diciendo que se va. Lágrimas como puños salieron de los ojos del abuelito - ¡Otra que se va a la cárcel! (gritó)

Mientras la abuela le explicaba que nadie mentaba la cárcel, fui a por Pascualita. Quería que viera cómo se autodestruye una persona arrastrada por la oleada de la corrupción de su Partido, tal vez a ella le sirviera de ejemplo cuando vuelva a su hábitat... ¡Yo que sé! Puse a la sirena en plan broche sujeto a mi jersey pero, en cuanto vio las gambas, se lanzó en picado a la paellera. Rebotó al plato de Andresito y de allí a su entrepierna donde mordió con todas sus fuerzas para no seguir rebotando.

Los gritos del abuelito, a quién se le estaban hinchando exageradamente, sus partes blandas, se confundieron con los de la abuela: "¡¡¡GRACIAS POR EL REGALO, SAN VALENTIN!!!"



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