sábado, 12 de marzo de 2016

Haciendo crespells

Arrastrando los pies he ido tras Geoooorge que ha llegado a casa cargado con dos cestas. - Mi poner en cocinau. Madame decir. - ¿Qué dice madame? - Que poner en cocinau. - ¿Tú sabes de quién es la dichosa cocina? ¡MÍA! Así que soy yo quién tiene que decir lo que se pone, o no, allí ¿te enteras, inglés? - Oh, yes. - Y siguió andando, pasillo adelante como quién oye llover.

- "¿Por qué te metes con el pobre Geooorge, boba de Coria?" - Porque estoy harta de que mangonees mi casa, mi vida, mi sueño, mis novios, ¡mi todo! - "Así que te has levantado con el pie izquierdo" - ¡No cambies de conversación! - "¿Estábamos conversando? Solo te seguía el rollo, alma de cántaro"

Una vez que el mayordomo se fue y cesó el clásico concierto de pitos bajo el balcón, la abuela llevó a Pascualita a la cocina, la colocó sobre el frutero y lo mismo hizo con Pepe la cabeza jivarizada. Luego puso música y la cálida voz de Serrat nos cantó Mediterráneo. La coreamos a grito pelado, emocionadas. - "Que suerte hemos tenido de nacer en este mar" - La única que ha tenido esta suerte que dices es Pascualita porque nosotras nacimos en tierra, gracias a Dios porque no lo hubiésemos contado. - "¡Eres taaaaaan sosa! Somos una isla en medio del mar... ¿verdad?" (parecía que se estaba enfadando y yo no sabía por qué) - No somos la isla, sino que vivímos en una isla que, a su vez, está en medio del mar, abuela. Hoy no coordinas mucho ¿eh? - La mano fue más rápida que la vista y no me quedó otra que encajar el pescozón porque no lo vi venir. Mi cabeza rebotó dos veces contra la mesa. - ¡Aaaayyyyyyyyyyy No se puede hablar contigo!

Desayunamos las tres sin que se volviera a hablar del asunto. A mi me bastaba con mirar hacia arriba y veía crecer el chichón en mi frente. La abuela le contó a Pascualita que iba a hacer crespells. - "Ha llegado el tiempo de hacer los dulces de Pascua. Dentro de poco será Semana Santa y las cocinas empiezan a oler a gloria bendita."

Le estuvo explicando a Pascualita la receta, paso a paso, para que la recordara si un día volviera a su hábitat y quisiera hacerlas allí. - Vive bajo el mar (dije con guasa) - "¿Crees que no lo sé? Allí tendrán ingredientes acordes con el medio en que están" - La sirena se lo pasaba en grande viéndola batir los huevos, amasar y escuchándola. De vez en cuando hacía la señal de OK y una vez se tiró de cabeza al lebrillo donde estaba la pasta. La abuela estaba decidida a que Pascualita participara del trabajo y usó  su cola como molde. Y así hubo crespells con formas distintas: estrellas, corazones, flores y colas de sirena.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¡Madre mía, que aroma más rico! ¡Nena, (dijo la Cotilla en cuanto el olor de las pastas recién salidas del horno llegó a su nariz) saca el chinchón que vamos a ponernos las botas! - No me hice de rogar y poco después nos dimos un homenaje. - Que originales son estas colas de pez ¿dónde has comprado el molde? - "Era de mi abuela" (mintió como una bellaca) - ¿La tenías traspapelada? - "Pues, sí... ¿Más chinchón, Cotilla?" - Eso ni se pregunta.

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