domingo, 6 de marzo de 2016

Ataque de celos.

La puerta de mi cuarto se ha abierto con estrépito a las cuatro de la madrugada. Como si tuviera un resorte, me he sentado de golpe en la cama, con los ojos como platos, los pelos de punta y el cuerpo temblando como si tuviera el baile de San Vito.

La abuela estaba ante mí, iluminándose la cara con una linterna. - ¿Por qué no... ha venido... la abuela en... persona en lugar... de enviar a su... alma inmortal...? (pregunté temerosa a quién yo creía que era un espíritu con cara de pocos amigos) - "¡¡¡Que alma inmortal ni que leches!!! ¿Por qué ha tenido que enterarse la Cotilla antes que yo que tienes novio? ¡¡¡¿Por qué?!!!

Así que era eso. Un taque de celos. - Ha sido sin querer. - "¡Soy yo la interesada en tu novio, no la Cotilla. Ella no será bisabuela por muchos niños que tengas. Por cierto, ya puedes ponerte a la faena que se te va a pasar el arroz antes de decir amén"

- No te lo he dicho porque no quería molestarte y después se me ha olvidado. - "Me molestas por tonterías y no lo haces por algo importante ¡Lo que yo te digo: eres tonta de remate!" - Tampoco es que sea mi novio... Es un ligue. - "Me importa un bledo lo que sea. Lo que quiero son resultados" - Se acercó a la cama y tiró de las mantas hacia atrás - "¿Dónde está?" - Durmiendo en su casa, supongo. - "¡Es aquí dónde tiene que dormir!... bueno, mejor que no duerma y esté por la faena" - ¡¡¡Abuela!!!

Nos sentamos en la cocina porque se me había quitado el sueño con el susto. La abuela sentó a Pascualita en el frutero, cosa que a la sirena no le hizo ni pizca de gracia. - "¿Has visto al novio de ésta? (le preguntó al bicho) ¿qué te ha parecido?" - ¿Por qué le pides opinión a quien no la tiene? Me tiene que gustar a mi. - "Estás muy equivocada, alma de cántaro. El especímen que se convertirá en el padre de mi biznieto es cosa de todos" - No le llames "especímen" que parece que hablas de un virus... Se llama U. - "¿U?... ¿Es marciano?" - Se lo puso la Cotilla.

Montó en cólera y pensé que iba a darle una apoplejía. Pascualita, asustada, dio un sorbo al café de la abuela y me escupió a los ojos. Afortunadamente solo recibí salpicaduras pero bastaron para irritármelos porque el café llevaba su veneno. - ¡Quieta, sardina de los demonios, que no le he hecho nada a la abuela! - "¿Cómo que no? Has intentado quitarme la autoridad que, como abuela, tengo sobre ti. ¡Escupe, Pascualita, escupe!"

Unas copas de chinchón ayudaron a que se calmase. Estas, más las que ya traía puestas de El Funeral porque esta noche han tenido sarao después de colocar el retrato de una compañera en la pared de los Finados. - "Hemos bailado tangos arrabaleros toda la noche. A Pilarín le encantaban. Todas llevábamos un clavel en la boca como hacía ella. Cruzábamos las piernas con la de nuestra pareja y al final casi todos hemos rodado por el suelo. ¡Si es que hay tipos que ya nos saben beber!" - Ya son viejecitos, abue... ¡Aaayyyy! ¡¡¡No me des pescozones que no hablaba de ti!!!

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