viernes, 25 de marzo de 2016

La Madrugá.

Esta noche ha sido lo que en Andalucía llaman Madrugá. Hay cofradías que se pasan la noche en la calles procesionando hasta bien entrada la mañana del Viernes Santo. Y eso es lo que he tenido yo: una Madrugá muy movida gracias a la abuela que me dejó en casa al nazareno que se encontró junto a una gasolinera. Creyó que sus hermanos cofrades lo habían abandonado y se lo trajo sin pedirle opinión. Tan solo porque estamos en Semana Santa y hay que portarse bien, le guste o no, al sujeto en cuestión.

Después de las doce de la noche al hombre, que no se había quitado el capirote para nada, le entró un desasosiego que le hacía moverse de acá para allá como un gato enjaulado. - ¡Estese quieto, hombre, que me está poniendo nerviosa! (le grité) Y quítese ese gorro de Merlín que lleva y póngase cómodo. -   ¡Tengo que ir a la procesión! - Ya habrá terminado. Ahora lo que hay que hacer es dormir. - ¡Nooooo! Mi mujer me espera para que la lleve al chino a cenar. - ¿Tiene mujer? ¿Quiere decir que su mujer lo ha abandonado? - Yo estaba en la gasolinera para comprar un casette de El Fari. - Está usted como una chota.

Llamé a la abuela. - Ven a buscar al penitente que te has encontrado. - "¿Ahora? ¿Tú sabes la hora que es? Mañana pondré un anuncio en internet para ver si alguien lo reconoce y se lo lleva." - ¡Quiero que se vaya ahora mismo! - "No son horas para que yo ande zascandileando por esas calles." - Pero si de El Funeral sales a las tantas y no pasa nada... - "¡He dicho que mañana y será mañana. Mientras, aprovechad e ir haciendo lo necesario para que dentro de nueve meses, el biznieto ya esté aquí"

Toda la noche se la pasó en danza el hombre. Parecía un león enjaulado. Caminaba por la casa sin rumbo fijo. Otras veces se paraba delante de mi cuarto, diciendo: - ¿Qué hago yo aquí? (con un tono tan siniestro que se me quitó el sueño) Un poco más tarde cantó una saeta a pleno pulmón, en el pasillo - ¡¡¡Váyase a dormir de una puñetera vez!!!

Corrí al teléfono. -¡¡¡Abuelaaaaaaa!!! - Madame dormiur muchou y yo no llamar. - ¡Eres un cretino, inglés ¡¡¡Llámala!!! - Nou. Mi dormir alwais. - ¡Vendre a la Torre del Paseo Marítimo y montaré un pollo en la finca! - Desesperada, me refugié en la ¿amistad? de Pascualita pero ella no estaba por la labor. Dormía a pierna suelta pierna suelta.

Me puse el guante de acero, cogí a Pascualita, que se despertó cargada de odio y fui a enfrentarme con el personaje que me estaba dando una Madrugá de toma pan y moja. Levanté su capirucha el tiempo justo de poner sobre su cabeza a la sirena. Por el movimiento, los saltos, los gritos y los llantos supe que Pascualita estaba atacando. Cuando al día siguiente me desperté, la cabeza del cofrade tenía la misma forma que el cucurucho que ahora actuaba de forro. La obra de arte merecía un chupito de chinchón...Y quien dice dos, dice tres.

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