viernes, 4 de marzo de 2016

Las huchas del Domunt.

La Cotilla ha traído unas huchas del Domund. Eran caras de chinos, negros, indios americanos... con una ranura para meter las limosnas - ¿De dónde ha sacado estas antiguallas? - De una casa que estamos vaciando. - ¿Vaciando quiere decir "limpiando" como hace con los cepillos de las iglesias? - Allí no vive nadie y para que las cosas se estropeen por falta de uso, las cogemos. - ¡Vaya cara que se gastan usted y sus compinches! - ¡Eh, habla bien! De compinches, nada. Son jubilados sufridores que, como yo, tampoco les llega la paga hasta fin de mes.

La abuela llegó en aquel momento - "¡Anda, huchas del Domunt! Te las compro" - No están en venta (dijo la Cotilla, para sorpresa nuestra) - Pensé que quería hacer negocio con ellas. - Son para hacer una buena obra. - "¿No me digas que vas a usarlas para pedir limosna para los chinitos?" - Limosna, no. Ayuda para alguien que la necesita urgentemente: Luis Bárcenas.

Nos cogió desprevenidas mientras saboreábamos una copa de chinchón y a punto estuvimos de atragantarnos la abuela y yo - "¡La madre que te parió, Cotilla! ¿No lo dirás en serio?" - Está a dos velas, el pobre. Le ha pedido al juez que le dé dinero para sus gastos. - "¿El salario mínimo supongo?" - ¿Tu vives con el salario mínimo? - "Yo no porque soy rica pero millones de españoles, sí" - Pero es que mi Luis no es un español cualquiera. - ¿MI? (solté, estupefacta) - El pobre pide 10.000 euros al mes. - ¿Qué mes, febrero, marzo, abril...? - ¡Pareces tonta! Todos los meses. Y ahora, antes de ir a la calle a recaudar fondos, le montaré un altar, pequeño pero emotivo. - Mejor enciéndale unas velas a Santa Rita que es la patrona de los imposibles porque, en cuanto la gente se entere de para quién recoge limosna, la van a correr a gorrazos. Y otra cosa ¡en mi casa no quiero altares!

La Cotilla se marchó con las huchas y maldiciéndome en arameo. Nos reunimos con Pascualita para merendar las tres juntas mientras poníamos a la Cotilla a caer de un burro. - "Espero que no hayas escuchado nada de lo que hemos hablado con la vecina (le dijo la abuela a la sirena) No quiero que, cuando vuelvas a tu hábitat, hagas las mismas tonterías que ella" - Por toda respuesta, Pascualita, se lanzó en plancha a la taza de café con leche que iba a tomarme yo. La abuela, sonriendo indulgente, exclamó - "¡Como te quiere!" - ¡Pues me ha puesto perdida, la jodía!

Pasaban las horas y la Cotilla no regresaba. Lo hizo de noche y acompañada por Bedulio que se limitó a llamar a la puerta pero no puso un pie en casa. - La hemos encontrado tirada en la calle y herida. Ahí te la dejo. - ¿Qué ha pasado? - le pregunté mientras iba a servirle una copa de chinchón aunque no me dio tiempo porque cogió la botella y bebió a morro. - ¡Ha sido el señor Li! Al ver las huchas se ha puesto a gritar como un loco y de su tienda ha salido un montón de gente que hacía juego con las huchas... - ¡Deje de beber , Cotilla. Está diciendo tonterías! - Y gritaban: ¡¡¡Queremos trabajo, no limosnas!!! - He salido corriendo y se me... ¡hip!... han caído las huchas. Pero me las han devuelto... ¡hip!... - Menos mal (dije) - Mira, esta... ¡hip!... brecha de aquí me ha hecho la ... ¡hip!... hucha del negrito. Este golpe... ¡hip! ... la del chinito y este otro la del ... ¡hip!... indio americano... Mañana iré a... ¡hip!... darles las gracias... - Pues llevese la mercromina, por si acaso.

  

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