martes, 22 de marzo de 2016

¡Malditos!

- "Han acabado las Fallas de Valencia, con las mascletás incluídas y los fanáticos islamistas, que se pasan los días matando correligionarios suyos, no han querido ser menos y han montado una macabra traca en Bruselas. ¡La madre que los parió a todos juntos! Está muy bien que se exploten y salten por los aires a pedacitos aunque luego los de mantenimiento tengan que fregar el suelo y repintar las paredes, pero que dejen a los demás en paz. Yo recogería sus restos y se los daría de comer a los cerdos" - La abuela está furiosa y horrorizada ante tanta barbarie. - ¡Sí, hombre, para que nos envenenen las sobrasadas!

La Cotilla ha llegado corriendo cargada de restos de velas. En cuanto la he visto he levantado la voz.- ¡¡¡Ni hablar. Aquí solo se encienden velas en caso de apagón!!! - Tengo que hacerlo para no caer en una depresión - "¿Post parto?" (dijo la abuela con una sonrisa de oreja a oreja) - ¡Déjate de tonterías. Nunca he tenido depresiones por eso! - "Raro sería ya que nunca has tenido hijos jajajajajaja" - ¡Tuve una y me la quitaron! - Se me encendieron todas las alarmas - ¡¿Qué dice, Cotilla?! Eso es denunciable. - ¡Tu abuela me la quitó, como tantas otras cosas! - "¡No eres más tonta porque no te entrenas, Cotilla!"

Mientras la abuela reía a carcajadas, a la vecina le brotó un río de lágrimas que caían golpeando contra el suelo. De repente, una idea absurda y terrible, apareció en mi mente. ¿No sería YO su hijo? ¡Por favor, que no lo sea. Por favor, por favor! - Haciendo de tripas corazón, formulé la pregunta del millón. - ¿Era niño o... niña? - Niña, creo...  (la abuela lo confirmó afirmando con la cabeza ¡Ay, Dios mío!) - ¿Soy... soy... yo? - ¿Qué quieres decir? - Su... hija... (apenas me salía la voz) - Las risas de las dos locas se oían a veinte leguas a la redonda.

-"¡¡¡Era una gallina!!!" - ¿Tú mi hija? jajajajajajajajaja - ¿Una gallina?...(exclamé) - ¡¡¡Siiiiiiii!!! La quería muchísimo porque la vi nacer. Siendo pollito corría detrás de mí  llamándome mamá (la Cotilla se estaba poniendo poética) - "¿Cómo sabes que decía mamá? ¿Acaso las entiendes, doña Sabelotodo?" - ¿Qué pasó con la gallina? - "Nos la comimos en pepitoria una Navidad" - ¡¿Fuísteis capaces? Que horror! - "Dicen que cuando hay hambre no hay pan duro y en nuestras casas el hambre no faltaba" - Aún recuerdo lo rica que estaba. ¡Mirad, estoy salivando! - ¿Por qué dice, entonces, que era su hija? - ¿No te digo que me llamaba mamá? ¡No me escuchas, boba de Coria! - ¡¿Y usted qué sabe lo que hablan las gallinas?! - Ya lo creo que lo sé. Escucha (se acercó a mi, me pasó un brazo sobre los hombros y pegando su boca a mi oído dijo: ¡¡¡Co, co, co, coooo, cooooo, corocooooooooooooooo!!!

Mientras las amigas se partían de risa y llenaban sus copas con chinchón, yo corrí al acuario, cogí a Pascualita en plan protector y la apreté contra mi pecho. Lo malo fue que la sirena estaba durmiendo, plácidamente, cuando la saqué del agua y éste bicho tiene un mal despertar. En seguida sacó los dientes a pasear y tuve el tiempo justo para darle un manotazo y devolverla, de nuevo, a su "casa" antes que me mordiera.







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