miércoles, 27 de abril de 2016

El cachondeo de los políticos.

Por poco me dio un ataque cuando entré en la salita y vi el altar que le montó la Cotilla a Mario Conde. Esta mujer es que no aprende. Estoy harta de decirle que NO QUIERO NINGUN ALTAR PARA LOS AMIGOS DE LO AJENO EN MI CASA.

Hoy ha llegado cargada de velones de todos los tamaños. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! Mira lo que traigo, boba de Coria. - Que bien. Ya puede irse la luz. - No son para los apagones. - Pues en ésta casa solo se usarán para esto... Estará contento el cura al que se los ha robado. - ¡Esa boca, niña! estaban abandonados en un rincón y los he cogido. - ¿Se puede saber, a santo de qué, le monta un altar a Mario Conde? - Es una eminencia en lo suyo. - No lo será tanto cuando lo han vuelto a trincar. - Pero no me negarás que no hay nadie como él poniéndose la toga de abogado. Que porte, que elegancia, que juego de muñeca manejando la ropa. - No es usted más tonta porque no se entrena. - ¡Oye, que eso tengo que decirlo yo!

La abuela trajo unas botellas de chinchón sin estrenar. - ¿Vas a montar una fiesta? - "Me lo pide el cuerpo después de ver el cachondeo que se traen los políticos. Dice Andresito que tendremos que volver a votar. A ver si esta vez parimos a un nuevo Presidente" - Pues nos saldrá la campaña electoral a precio de saldo porque no hará falta hacer carteles, papeletas, propaganda, discursos, entrevistas, etc. Todo lo tenemos fresco y a los candidatos les servirán las fotos que les hicieron hace unos meses. - "Se gastarán nuestros cuartos igualmente" - Yo digo que no. - "Yo que sí" - ¿Nos apostamos algo? - "Cinco euros" - ¡¿Tanto?! - "Tienes razón. Un euro y va que chuta"

La abuela puso a Pascualita y a Pepe como testigos de la apuesta y abrió una botella de chinchón para brindar. Le mojamos los labios cosidos a Pepe y echamos un buen chorro en el agua del acuario, después chocamos las copas y bebimos.  

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