domingo, 3 de abril de 2016

El Domingo del Angel.

 Es el domingo del Angel y se comen las últimas empanadas de las Fiestas de Pascua. He cumplido con la tradición y ahora no me puedo mover. Me quedaban tantas...

La abuela se empeñó en que hiciéramos muchas para, además de repartirla entre familiares y amigos, hubiera también para que Blas el parado las vendiera a la puerta del juzgado del Caso Noos.  La Cotilla también colaboró en la venta para poder llegar a fin de mes. Saturamos el mercado de la empanada.

No me quedó más remedio que congelar un buen montón e ir sacándolas a medida que nos apetecían. Pero seguían quedando muchas y hoy había que comerlas TODAS.

De buena mañana el horno estaba en marcha y un agradable aroma se esparcía por toda la casa. Había quedado con los abuelitos que iríamos, como está mandado, a comerlas al bosque del Castillo de Bellver. Yo tenía la esperanza que que, aunque nunca ha habido lobos en ese lugar, hoy los hubiera ¡y muy hambrientos! o volveríamos a Palma con la cesta casi tan llena como al salir.

Pascualita viajaba en el termo de los chinos, tan ricamente. He abierto el tapón para que admirara las vistas de la bahía desde lo alto del Castillo. El sol ha lucido todo el día. El azul del cielo se confundía, en la lejanía, con el del mar. Y la gente iba de acá para allá participando en juegos, torneos y conciertos. La mayoría con las mochilas a la espalda con sus empanadas dentro. Yo cargaba con dos cestas enormes que nadie me ha ayudado. - "¿Las has hecho tú, no? Pues tu las llevas" - ¿No puede ayudarme Andresito? - "¿Insinúas que una persona mayor cargue ese peso mientras tu, una joven sin oficio ni beneficio, va de rositas con las manos en los bolsillos? ¡Vaya cara que tienes!"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡Holaaaaaaaaaaaa! Lo estoy pasando bomba. Por allí están bailando boleros y jotas y aprovechando que los que miran estan distraídos, he hecho mi agosto. - ¡¿Ha robado carteras, Cotilla?! - ¿Robado? A ver si le enseñas educación a tu nieta. No he cogido nada que no se me haya puesto a tiro. - ¡Pues eso se llama rob...! - "¡Basta ya! Me voy a bailar un rato" - ¿Qué llevas en esas bolsas? (quiso saber la vecina) - Las últimas empanadas ¿quiéres vender algunas? - ¡Quita, quita! Solo de verlas ya estoy empachada. (Y se marchó en busca de nuevas oportunidades de "trabajo")

Al sentamos a comer a la sombra de un enorme pino apareció Geoooorge y en un santiamén montó una mesa, dos sillas, puso mantel, dos platos, dos cubiertos, dos copas de cristal. Abrió una botella de Moët Chandon fresca y sirvió el champan. Poco después los abuelitos daban cuenta de una exquisita comida mientras yo, asombrada y molesta, decía - ¿No coméis empanadas?

Decidida a seguir la tradición comí empanadas hasta que me salieron por las orejas. Y aún así, seguí comiendo. Una de las veces que me agaché no vi a Pascualita en el termo. ¡Había desaparecido en un bosque atestado de gente! - ¡¡¡Abuelaaaaaaaaaaa!!! (grité asustada) - "No me pidas salmón que solo hay para nosotros dos" - Señalando el termo dije que no con la cabeza. - "¡¡¡¿La has perdido?!!!" - ¿A quién ha perdido la nena? (preguntó el abuelito) - La abuela le plantó un beso de tornillo que lo dejó a punto de tomar ventolín y Andresito babeó y se olvidó de lo demás.

Miré en derredor aunque sin poder moverme. No recordaba haber visto mi estómago tan abultado. Al meter la mano en una de las cestas para coger otra empanada Pascualita, que estaba camuflada entre ellas, me mordió con ansia, como si temiera que le quitara la comida. Grite, lloré, salté, corrí hasta que tropecé con una raíz y di de bruces en el suelo. A mi alrededor la gente me aplaudía a rabiar. Muchos gritaban ¡que se repita, que se repita! La Cotilla no perdió el tiempo: se quitó el sombrero y lo usó para recoger monedas. Se lo llenaron. Después fueron a parar a su bolsillo.

Hace poco me he comido la última empanada. Estoy esperando que llegue a UCI móvil para que me lleve al hospìtal. Estoy muy malita pero ¡he cumplido con la tradición!

No hay comentarios:

Publicar un comentario