miércoles, 13 de abril de 2016

¡Intoxicadas!

Hace un momento ha pasado, volando en formación, una escuadrilla de elefantes rosas con margaritas en las orejas. Parece mentira que una cosa tan pesada pueda mantenerse en el aire sin caerse. Me hago cruces. Miro a Pascualita que mueve los bracitos a toda velocidad. La pobre también quiere volar. La animo diciéndole que el que la sigue, la consigue y ¡así es! despega en vertical, como los helicópteros. ¡La aplaudo a rabiar! y ella saluda mandando besos a diestro y siniestro.

Pepe, la cabeza jivarizada, a falta de brazos y de un montón de cosas más, bate las orejas. No creo que logre nada porque los jívaros se las redujeron y ahora parecen pequeñas alitas. De repente cogen velocidad ¡y despega también desde la repisa de la cocina donde suele estar! El espectáculo es grandioso. Solo falto yo... ¿Y si lo intento? ¡Vamos, quién dijo miedo! ¡Y vaya si vuelo! Igual que mi héroe Peter Pan.

Revoloteamos en pos de los elefantes. A ellos se les nota más duchos en el arte de la aviación pero nosotros, con el arrojo del novato, queremos experimentar sensaciones nuevas. Así que, me dirijo al balcón, lo abro y salimos todos a fuera. Después de unas vueltas para controlar el vértigo que produce ver las cosas desde arriba, aterrizamos en el árbol de debajo de casa. ¡Ha sido una pasada!

La escuadrilla de elefantes rosas se despide de nosotros haciendo sonar sus trompas y lanzándonos las margaritas. Estoy emocionada y lloro a mares. Pascualita se contagia y derramamos grandes cantidades de lágrimas que forman un lago artificial junto a la puerta de entrada a mi finca. Veo a Bedulio en bañador, nadando como un campeón. Me saluda sonriente y dice - ¡¡¡Gracias!!! - La abuela se zambulle con él, saltando de cabeza al agua desde el rolls royce. ¡Que estilo más depurado tiene la jodía!  

Pepe, Pascualita y yo reemprendemos el vuelo. - ¡Vamos a la catedral a tocar la campana mayor! (grito) -  y el vecindario en pleno nos sigue por las calles para no perderse detalle. No todos los días se tocan las campanas desde el aire. La plaza de la Seo está a rebosar cuando suena, solemne, el tañido de Eloi. Los vecinos, emocionados, se muestran unos a otros el pelo erizado de los brazos y piernas sin depilar.

Seguimos nuestro vuelo sobre el mar. - ¡Allí está la ballena Moby Dick! Debió quedarse muy ancha cuando el capitán Acab pasó a mejor vida. Se ha tatuado un montón de topos en su enorme cuerpo y parece una sevillana con traje de volantes en la Feria de Abril.

- "¡¡¡NENAAAAAAAAAAAAAA!!! Que peste hay aquí ...  Andresito, llama una ambulancia. La nena tiene mal color... ¿Qué es éste olor? ... ¡Está intoxicada!" - Cuando horas más tarde ya estaba mucho mejor un vecino me contó que en los locales de abajo de casa, hay una carpintería clandestina y emplean una cola tóxica. - Es malo para la salud. - "¿Qué hablabas de elefantes rosas?" (quiso saber la abuela?  - ¿Elefantes? ¡Y encima psicodélicos, años 60! jajajajajaja





















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