martes, 10 de mayo de 2016

Mata brujas.

Me he levantado con los nervios de punta. Tenía un desasosiego que no me dejaba parar quieta en la cama. Frente al espejo del cuarto de baño he constatado que en casa hay malas vibraciones. Las brujas invisibles vuelan en sus escobas y al pasar junto a mi me levantan los pelos y no puedo peinarme.

Cuando he decidido acabar con ellas, se me ha hecho muy larga la espera hasta que han abierto la droguería. El dependiente, después de haberle explicado que quería un aerosol mata brujas que levantan los pelos a la gente normal, me ha observado un rato, como dudando qué darme, luego se ha sacado el ojo de cristal, tal vez para concentrar mejor la mirada en mi y dar con una fórmula magistral que acabara con mi problema. Se metió en la trastienda y salió con el mata moscas. - ¿Está usted seguro que ésto me servirá? - Completamente.

Ningún ricón de la casa se ha librado de recibir una buena rociada. Donde más hincapié he hecho ha sido en el cuarto de baño y en el acuario de Pascualita. No quiero que la molesten las brujas. Al poco rato se ha puesto azul. ¡Que guay! pensé, se mimetiza como los camaleones. Nunca le había visto hacer nada parecido.

La abuela entró seguida de Geoooorge cargado con la compra. - ¿Es para mi? - "¡Ni lo sueñes! La subo por si a Bedulio le da por llamar a la grúa municipal y se llevan el rolls royce" - ¡Que cabezona eres! ¿Cuándo le dirás al inglés que aparque bien? - "Nunca. ¿Acaso no pago los impuesto como casi todo el mundo? Pues entonces aparco dónde me da la gana. ¿No dicen que quién paga, manda? ¡Pues eso!"

"¿A qué huele? ¡Vaya peste!" - Es un mata brujas invisibles. - "¡Estás como una cabra!" - No he podido peinarme por su culpa. Me ponían los pelos de punta. - "Será la electricidad estática, boba de Coria" - Como dices tú: Habló el sabio Salomón ¿Qué sabrás si no lo has visto?... "¡¡¡PASCUALITAAAA!!!"

La sirena flotaba en el agua salada del acuario. Del color azul había pasado al blanco, casi inmaculado. - "¡La estás matando! ¡Abre las ventanas!" - No. No quiero vuelvan a entrar las brujas. - La abuela cogió a Pascualita, lacia y desconyuntada y se acercó corriendo al balcón. Lo abrió de par en par. Le hizo el boba a boca ¡Puag! que estómago tiene esta mujer. A gritos, ordenó a Geoooorge que abriera puertas y ventanas. Una vez cumplido el encargo, el inglés fue hasta el balcón y dijo - Ya está.

La abuela estaba tan preocupada que no le oyó llegar y se sobresaltó. Dió un respingo y Pascualita se le escurrió de las manos yendo a parar en las ramas del árbol. Inmediatamente, un pájaro que tenía a su prole en un nido de una rama vecina, saltó a por ella piando alegre: ¡Hoy comemos! Pero yo salté también y ambos luchamos por la pieza de caza menor en que se había convertido la sirena. Me la llevé yo y al ir a subir al balcón, la rama se partió y caímos a plomo aunque no solté a Pascualita y el pájaro tuvo que ir en busca de otra cosa, seguramente más sabrosa.

Caí sobre un carrito de mercadona lleno de ropa sucia que llevaban unos chinos a lavar, supuse. Aquello amortiguó en gran parte el costalazo que iba a pegarme pero quedé impregnada de un olor a rollito de Primavera refrito que aún no me lo he podido quitar de encima.

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