lunes, 9 de mayo de 2016

Parecidos.

La Cotilla viene con un montón de revistas bajo el brazo. - Las he encontrado en un contenedor de papel. Mirad, ¿veis ésta niña tan mona? Es la nieta de Lady Di y fijaros bien ¿Diríais que se parece a su recordada abuela? - Pues... no. - "No tiene los ojos azules" - ¿A quién os recuerda? - ¿A otro bebé? Son todos iguales. - "¿Cómo quieres hacerme bisabuela si ni siquiera tienes instinto maternal¿" - No creo que eso haga falta: después de una noche, más o menos loca, nace un crío y ya está. - "Si tan fácil te parece ¿a qué esperas? ¿O eres más tonta que el que asó la manteca?"

- No tenéis ni repajolera idea de a quién se parece la princesita... Os daré una pista... No se me ocurre ninguna... (dijo la Cotilla) - ¡Así no vale! ¡Necesitamos pistas! (me quejé) - A ver... imaginadla con sombrerito y bolso... ¡ah! y unos perritos de patas cortas, siguiéndola a todas partes. - "¿Esto son pistas? ¡Menuda birria!" - Pues está bien claro. - "Será para ti" - Abuela, no pensé que fueras tan obtusa. - "Ya salió Einstein... Estoy cansada de éste juego tonto, y no me importa a quién se parece esta mocosa" - Que mal perder tienes, abuela. - "Dilo tú que eres tan lista. (había resentimiento en la voz) - ¡Se parece a su tía-abuela Ferggi!

- Díme que te estás entrenando para ser más tonta  porque, si es algo natural, hay para colgarte de la lámpara jajajajajajajajajajaja. - Las dos viejas disfrutaban de lo lindo mofándose de mi. Me había quedado pasmada. Estaba tan segurar de haber acertado a la pregunta que ahora no podía reaccionar. - ¡¡¡Ponle un bolso a la niña!!! jajajajajajaja - ¿Para qué quiere un bolso?

Se hartaron de mi y se fueron a la salita a despellejar al prójimo. Aproveché para acercarme a Pascualita que estaba sentada en el borde del acuario. - ¿Crees que la abuela tiene la solución? - La sirena fijó en mi sus ojos saltones, con una mirada indiferente. - Te digo que la abuela no tiene ni idea. Se hace la enterada para reirse de mi ¡Ya me tiene harta! - La sirena se zambulló hasta el fondo y subió a toda velocidad. Parecía un misil cuando saltó hasta mi oreja con la boca abierta y se enganchó en el lóbulo perforándolo con los dientes de tiburón.

Grité y grité y grité. Lloré, berreé, salté, corrí, moqueé... pero fui incapaz de tirar de Pascualita para desprenderla. ¡Me dolía tanto! Fue la abuela quién le pegó el tirón antes de que la Cotilla viera al pequeño monstruo. La sangre salpicó las paredes - "¡Estate quieta, jodía!" - La Cotilla, asustada, preguntó. - ¿La ha atacado tu primer marido? - "Seguro" - ¿Por qué? - "Para espabilarla... Por cierto, ahora que no nos oye mi nieta ¿a quién se parece esa niña" - ¡A su bisabuela, la Reina! - "¿En serio? Así que mi biznieto podrá parecerse a mi..." - ¿No preferirías una niña? - "No. Quiero que perpetúe el apellido" - Pero si no eres noble ni nada. - El mío no, el de Andresito. - "No es de tu sangre" - "Tiene dinero" - No hay mejor razonamiento.





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