martes, 26 de julio de 2016

Chinchón on the rocks.

Mi casa es fresca. Tal vez la copa del árbol que está frente a ella y da sombra a la fachada, tenga algo que ver. No lo sé pero, el caso es que da gusto entrar después de haber soportado el calor de la calle. Por eso, esta mañana, al volver de la playa y mi baño matutino, solo ansiaba llegar y sentarme en la butaca de la salita con un chinchón on the rocks en la mano para refrescarme por dentro y por fuera.

Pero no fue fresco lo que me sacudió en cuanto abrí la puerta, sino un aire caliente que tiraba de espaldas. ¡Fuego! pensé. Y sí, había fuego en la salita: un montón de velas encendidas frente a una foto de buen tamaño de Luis Bárcenas. - ¡¡¡COTILLAAAAAAAA!!! (grité con toda la potencia de mis pulmones)

Repetí el grito, estilo Tarzán, unas cuantas veces pero no obtuve respuesta. Entonces revisé la casa de arriba abajo por si encontraba el cadáver de la vecina... Y tampoco. Estaba ante un gran misterio y solo una persona podía resolverlo: Iker Jiménez.

Antes de llamarlo apagué las velas con el sifón que uso para el tinto de verano, luego abrí la ventana y una ráfaga de viento, muy oportuno, se llevó la foto de Bárcenas, volando.

Una vez que todo volvió a estar en orden preparé un chinchón on the rocks con dos cañitas.  - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Ay, que detalleeeeeee! Gracias, nena. Vengo seca. - Y como por arte de magia el licor desapareció en su garganta en un plis, plas. Después la Cotilla giró en redondo y abrió los brazos y los ojos para dar más énfasis a la frase - ¿Qué ha pasado AQUI? - Que se ha bebido mi chinchón. - ¿Dónde está mi gurú? - Ha salido volando pero antes, se ha meado en sus velas. Mire, mire, todo está mojado. - ¡No digas tonterías! - ¡Que se muera usted ahora mismo si miento! (la observé durante unos segundos... pero nada. Además ella tocaba toda la madera que encontró en la salita. Hasta mi cabeza)

- ¿Cómo va a salir volando un hombre de su peso? - Le recuerdo que se trataba de la fotocopia de una foto de periódico... Por lo visto las velas le daban calor y en cuanto se ha abierto la ventana, se ha ido - ¿Quién la ha abierto? (tenía ojos de loca) ¿Tú, verdad? - Perdóne pero "¿tú, verdad?" soy yo?... - (Me lo confirmó moviendo la cabeza) - Yo no he sido. Tal vez Pepe... - ¡¿Esa porquería de cabeza cortada?! - ¡Oiga, un respeto, que es de la familia! - ¿Crees que soy tonta? (no me gustó nada el tono amenazador que usó. Así que contraataqué) - ¡¡¡PUES, SI!!!

Tuve que esquivar la botella de chinchón antes de que la parara el sofá. Afortunadamente, ni él ni la botella, salieron dannificados. - ¡¿COMO SE PUEDE ADORAR A QUIEN NOS ROBA?! - ¡Es un artista! ¡El hijo que me hubiése gustado tener! - Unos lagrimones como una moneda de dos euros, salieron de sus ojos para rebotar en el suelo y ponerlo perdido. Detrás cayó el moco.

Finalmente salió en busca de la dichosa fotografía y yo pude preparar otro chinchón on the rocks con dos cañita. Saqué a Pascualita del acuario y arrimé una cañita a su boca. En un visto y no visto la devoró. Después hizo lo mismo con la otra. Entonces, con santa paciencia, le fui enseñando a sorber. La sirena se cabreaba porque veía el chinchón pero no lo cataba. Muchas cañitas devoradas después, entró la Cotilla a paso de carga. ¡Y yo con Pascualita en la mano!

La tiré sin pensarlo dos veces y sin atinar, porque salió por la ventana para caer en las ramas del árbol. - ¡No he encontrado la foto!... - Estaba compungida y sedienta. Por segunda vez esta tarde, alargó la mano y se bebió MI chinchón on the rocks de un trago. Que frustrada me siento... snif...


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