A las tres de la madrugada me ha llamado la abuela para preguntar por un abanico que heredó de su abuela. - "Lo dejé en tu casa cuando me trasladé a la Torre del Paseo Marítimo."
La tres y media ha llamado para decir: - "Acabo de acordarme que lo tiré a la basura. No lo busques."
A las cuatro y cuarto de la madrugada: "He pensado que, aunque haga calor, me pondré las botas altas rojas esta tarde cuando vayamos a El Funeral a la colocación de la foto de Mari Pepi en la pared de los Finados. A ella le gustaban mucho."
A las cinco: "¿Te pondrías las botas rojas o las negras?... No me decido ¿Qué opinas tú?... ¿Roncas? ¡que cruz tengo contigo!"
A las seis y veinte: "Mejor me pongo los stilettos dorados con la minifalda verde de lentejuelas. Así luciré las piernas jejejejejejeje Ya te gustaría poder decir lo mismo ¿eh?"
A las siete de la mañana la he llamado yo: - Geoooorge, quiero hablar con la abuela. - Nou. Madame dormidau. No molestar. - ¡Anda y que te den morcilla, inglés de las narices!
He vuelto a la cama, cabreadísima. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Todavía estás acostada?
La zapatilla se ha estrellado contra el enorme bolso de la Cotilla. - ¡Que mal despertar tienes, boba de Coria! Mira cuantos cabos de vela traigo. Los pondré en el altar de Luis Bárcenas para que me ilumine. - ¿No ve bien? - El futuro, no. Tengo que pensar un plan para hacerme con la Caja de las Pensiones antes de que el Pinocho Mayor del Reino y sus compinches, la dejen más límpia que los cepillos de las iglesias que están a mi cargo.
-¿Quiere ROBAR la Caja de las Pensiones? - ¿Por qué empleas esta palabra tan fea? ¿No has aprendido nada leyendo los periódicos? Robar no se dice porque te llevan a la cárcel. Mi gurú y sus compañeros Amigos de lo Ajeno, usan palabras enrevesadas que no se entienden y dicen lo mismo. Solo que así no van a la cárcel.
- ¿Y qué haría con la Caja de las Pensiones? - Ponerla a buen recaudo y sacar de ella lo necesario para pagar a los pensionistas. No como ahora que éstos manirrotos desnudan a un santo para vestir a otro. - ¿Seguro que solo cogería lo estrictamente necesario? - Seguro. Por lo menos tendría paga hasta que me muera... Bueno, de vez en cuando haría una excepción como esas personas que se pasan la vida haciendo dieta y un día se hinchan a comer. - Ya me parecía a mi... - La Cotilla, camino de la salita, cogió la botella de chinchón diciendo: - Me ayuda a pensar. - Y cerró la puerta de golpe.
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