lunes, 18 de julio de 2016

Que mal repartido está el mundo.

La abuela está dispuesta a escribir una carta a los organizadores del Tour de Francia, el Giro de Italia y la Vuelta a España, para que esas carreras duren un mes y sean consecutivas. - "Es una gozada sentarte delante de la televisión con la intención de ver a los ciclistas y pegarte unas siestas de campeonato" - Supongo que ésto último no lo dirás en la carta. - "¿Por qué no? A mi me gusta ir con la verdad por delante"

- No te harán ni caso cuando lean que quieres la ampliación de las carreras, no por asuntos deportivos sino para roncar a pierna suelta en la sobremesa. - "¿Insinúas que ronco?" - Lo afirmo. - ¡PLAAAAAS! (Me gané una torta en plena cara, con la mano abierta) ¡Ayyyyyy... Que doloooooooor!

- ¡Avemaríapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué le has hecho a tu abuela? - Ella me lo ha hecho a mi ¡Me ha hinchado la cara! - La Cotilla miró a su amiga mientras se subía unas imaginarias mangas. - ¿Puedo yo también? (le preguntó) - "Mi nieta es cosa mía" - ¡Siempre me quedo con las ganas! - "Haber tenido una, que quién algo quiere, algo le cuesta. Fíjate en mi que tengo que aguantarla" - Tienes razón, es mucha penitencia para tan poco disfrute... Además, si me quitabas todos los novios
¿cómo iba a tener hijos? - "Eso es fácil. Haber pillado al primero que pasase por la calle" - ¡¿Fácil? Pregúntale a tu nieta, que le está costando tener un biznieto más que si construyera la Muralla China ella solita.

Siempre acabo en boca de las dos harpías. Así que metí a Pascualita en el termo de los chinos y fuimos hasta las murallas de Palma. Sentada junto al lago donde se mira la Catedral, compartí un helado con la sirena. Este bicho no le hace ascos a nada.

De repente, una hermosa carpa saltó fuera del agua en busca de mosquitos. Y sin previo aviso, Pascualita saltó del termo al suelo, reptó ligera hasta el borde del lago ¡y se zambulló!

- ¡¡¡PASCUALITAAAAAAA!!! grité al tiempo que me tiraba en plan bomba, salpicando a cuantos disfrutaban de la terraza de la cafetería. Alguien gritó: ¡¡¡LOCA AL AGUA!!!

En seguida el lago se llenó de gente: unos con la intención de "salvarme" otros aprovecharon para darse un remojón refrescante. Yo buscaba, frenética, a la sirena en las aguas turbias. ¡Entonces, como flechas, pasaron ante mi Pascualita perseguida por una carpa gordísima con la boca abierta.

La sirena hizo un quiebro. Vino hacia mi, se dio la vuelta y atacó a su perseguidora que salió muy mal parada. A mi me faltaba el aire. Cogí desprevenida a Pascualita mientras saboreaba un trozo de pescado y salí a flote. La metí en mi sostén mientras manos caritativas me hizaban.

Me fui de allí chorreando agua por los cuatro costados y con menos dinero en la cartera porque tuve que pagar una multa que me puso Bedulio que, casualmente, estaba de ronda por allí.

Fui andando hasta casa porque ningún taxi quiso cogerme. Mientras, la ropa se iba secando y oprimiéndo mis carnes. Recibí silbidos de admiración, piropos oscenos y... un mordisco en la teta que me obligó a bailar un zapateado y correr dos kilómetros sin parar mientras las lágrimas me cegaban. Un hombre comentó a su amigo : - Hay que ver lo mal hecha que está la pobre. Su madre le puso todo el poderío en un lado en lugar de repartirlo.


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