viernes, 23 de septiembre de 2016

Otoño.

La Cotilla ha llegado temprano a casa. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Tienes mantas que ya no uses? - ¿Para qué? - Para venderlas. - ¿Y yo qué gano con esto? - Sitio en los armarios. - ¿Y usted? - Unos euros para llegar a fin de mes. - ¡A mi costa!

La abuela me llamó - "Nena ¿prepara las mantas que tengas que luego pasaré a buscarlas?" - ¿Para qué? - "No tengo por qué contestarte, boba de Coria pero me pillas de buen humor. Para un Rastrillo que vamos a hacer entre las amigas ricas de mi barrio" - Me las ha pedido la Cotilla. - "¿Y qué? Donde hay patrón, no manda marinero" - ¿Qué dice tu abuela? - Quiere las mantas (le dije a la vecina) - ¿Piensa ponérselas a su maridito la ricachona de tu abuela? (estaba visiblemente enfadada) ¡Que se ponga a la cola!

Más tarde llamó Blas el Parado - Holaaaaa ¿sabes quién soy? - Sí. ¿También quieres mis mantas? - ¡Me dejas de piedra! ¿cómo lo sabes? - ¿Para qué? - Para que mis niños se tapen los pies. Ellos han crecido pero las mantas no. - Tendrás que batirte en duelo contra la Cotilla y la abuela. Ellas lo han pedido antes.

La abuela entró como un vendaval. - "¿Qué es eso de negarme las mantas? ¿Quiéres que quede mal ante mis amigas millonetis?" - Pues si son tan ricas, que las compren nuevas. - ¡Ah, no! las ricas no gastamos más de lo necesario y si nos lo regalan, mejor ¿Por qué crees que somos ricas, alma cándida?" - ¡Se las daré a la Cotilla! - "Sería una gran injusticia porque le servirán para trapichear" - Eso es verdad... Entonces, a Blas. - "¡A mi! Y lo repartiremos entre los pobres" - Y quedaréis como dulces almas caritativas ayudando al prójimo ¿verdad?. - "Verdad"

Dejándome con la palabra en la boca, fue a por Pascualita. Desplegó delante de ella un paquetito. Había una mantita, una botella de agua caliente y un pijama de felpa. Había un detalle a destacar: todo estaba forrado de plástico. Un minuto después. Pascualita estaba vestida para sufrir un ataque de sarampión y sudar la gota gorda.

La abuelastra me llamó: - Si llega tu madre buscando algo con que taparme por la noches, dile que me basta con mi mulato-culito-respingón ¡Que pesada está con lo de taparse porque ha llegado el Otoño! ¿Y qué? ¿No pasa ésto todos los años? - ¡Sí! Siempre igual! ¡Blas llévate las mantas a tu casa!... ¡¡¡Corre, antes de que esas locas te las arrebaten!!!

Cogí a Pascualita y se me escurrió por culpa del calor que estaba pasando la pobre. Los pelo-algas estaban pegados en su cabeza, la cola lacia y las ganas de hacer algo, por los suelos. La sirena había caído sobre el árbol de la calle y estaba encantada, sin ropa que la atosigara porque se la había arrancado... Dies minutos después, estornudó. - Ay, Dios.

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