martes, 13 de septiembre de 2016

Registran mi casa.

A media mañana se presentó en casa el señor Li. Estaba muy enfadado. Lo noté porque a penas se le veían los ojos de rasgados que los tenía. - Entró en cuanto abrí la puerta. - Cuidado con los muebles (le dije para que tuviera precaución y no se golpeara con ellos) - Se giró en redondo - ¿Pol qué? ¿Sel nuevos? ¿Pagal tus muebles con mi dinelo que cogel abuela tuya? - ¿De qué habla? - Tu abuela lobal a mi. - Eso háblelo con ella. A mi que me registren. - ¡Eso hacel! Yo legistlal casa tuya.

Y ni corto ni perezoso se puso a abrir cajones como un descosido. - ¡Oiga! Eso no lo hace una persona bien educada. - Pero, o no me entendió o se hizo el sueco a pesar de ser chino. Abrió todas las puertas y cajones que encontró. Incluso miró bajo las camas y sobre los armarios. Lo peor es que lo tiraba todo sin ningún miramiento y al final era como si un huracán hubiese pasado por allí.

Hasta los cacharros de la cocina rodaron por el suelo. Acabé enfadándome, cogí la escoba y le arré con ella... y al final quién recibió un buen golpe en la cabeza fui yo. Mientras me rascaba el chichón, buscaba una explicación al extraño fenómeno. - ¿Qué ha pasado? - Yo hacel llave de kung fu y devolvel golpe. - ¡No hacía falta. Era para usted, desagradecido! - ¡Yo muy cableado! - ¡Pues, anda que yo!

Pensé que lo mejor que podía hacer era invitarlo a un chinchón. Al fin y al cabo, entre él y yo no había pasado nada. Se lo propuse y aceptó. Estaba todo tan revuelto que opté por ir a la cocina y lo bebimos de pie junto al fregadero. De repente, el señor Li levantó la cabeza y vio a Pepe en su estantería. Saltó como un gato a por él . - ¡Sel mio, tío Fumanchú! - ¡NO! Se llama Pepe y es mío. - ¡Yo pagal pol antepasado! - ¡Y una porra!

Forcejeamos un poco hasta que Li se quedó con la coleta del "antepasado" en la mano. Menudo disgusto se llevó. Se le cayeron unos lagrimones como puños. - ¡Peldón, tio Fumanchú. Peldón, peldón! - Si no le ha hecho daño. Lleva muchos años criando malvas. - ¡Tu no entendel! Coleta sel saglada pala chinos. - Eso se arregla con un poco de pegamento. - ¡Saclilegioooo, saclilegioooooo! - Y salió corriendo camino de la escalera.

Yo también corrí pero hacia el acuario. - ¡Sube, Pascualitaaaa! ¡¡¡Se llevan a Pepe!!! - Como si me hubiese entendido, subió como una flecha. La cogí de la cola, hice molinete y la tiré a la cabeza del señor Li. Debió pensar que un gato rabioso le había caído encima porque, en un visto y no visto, quedó mondo y lirondo, sangrando a borbotones y con una oreja desgarrada como si le hubiesen quitado un pendiente a tirones... Fue a Pascualita a quién arranqué y de paso cogí a Pepe que estaba caído en el suelo del pasillo. El señor Li lo dejó caer mientras trataba de defenderse del "gato rabioso"

Una vez pasado todo y mientras la sirena y yo compartíamos una copa de chinchón, pensé que ella y yo no éramos tan distintas: Solo hacíamos caso cuando nos convenía. Si no, éramos sordas como una tapia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario