viernes, 14 de octubre de 2016

El lorito Correa.

Si el teléfono de casa suena a las cuatro de la madrugada ¿Quién puede ser?... ¿quién?... ¿El señor Li pidiendo gambas goldas? NO.... ¿La Cotilla que se ha dejado las llaves? Nunca las olvida... Humm ¿Un amante bandido? Tampoco... ¿Entonces? ¡¿Será posible?! Me hago yo la pregunta y luego no sé responderla... ¡¡¡La abuela!!! ¡Uf! que peso me he quitado de encima.

Pues eso, la abuela ha llamado a las tantas diciendo. - "Nena, vendrá tu abuelito. Retenlo ahí. - A pesar de que mis ojos bizqueaban debido al sueño, pude ver la hora en el reloj de la mesilla de noche. - ¡No son horas de visita, abuela! zzzzzzzzzzzzzzzzzz - "¡Los abuelos podemos ir a ver a los nietos cuando nos de la gana! Estoy en lo mejor de la fiesta dedicada a Wenceslao. Se murió anteayer y hoy hemos colgado su foto en la Pared de los Finados, de El Funeral ¡Ya hemos acabado con todo el chinchón de la cafetería!"

- ¿Por qué no venís juntos? - "Andresito es tan soso como tú y se ha ido para casa. Le he dicho que me espere en la tuya, que tengo una sorpresa para él" - ¿Tú ya vienes? - "¡¿No te he dicho que estoy en lo mejor de la fiesta, boba de Coria?!"

Cuando la abuela llegó ya habían puesto las calles y nos encontró a Andresito y a mí dormidos frente a dos tazas de café. - "¡¡¡DIANAAAAAAAAA!!! (gritó, más alegre que unas castañuelas) - Dimos un respingo que a punto estuvimos de caernos de las sillas. Hasta Pascualita se despertó sobresaltada porque escuché el ¡CHOF! brusco que sonó en el comedor.

Tras la abuela entró un somnoliento Geoooorge, con unas ojeras hasta los pies, los párpados apuntalados para que no se le cerraran y cargado con un bulto bastante grande en las manos. - "¡Mira, Andresito, lo que te he comprado!" - Tiró del trapo que cubría el bulto y apareció una jaula con un loro que, en cuanto nos vio se puso a parlotear sin parar. - ¡¿Un loro?! (dijo el abuelito decepcionado) ¿Para qué quiero un loro?

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¡Anda, un loro! (gritó la Cotilla y acercándose a él, dijo) ¡Hola, Correa, bonito... - ¿Correa? ¡Vaya nombre para un loro! (dije extrañada) - ¡Pero si son igualitos! Mira el pico y la nariz de Correa ¡Y cómo hablan los dos! jajajajajaja ¡¡¡Habla, Correa, habla. A ver cuántos entran en la jaula!!!

Pasamos un rato de risas mientras la botella de chinchón iba de mano en mano. En el comedor Pascualita se desesperaba porque no se estaba enterando de nada. Y saltaba y saltaba para que le hiciéramos caso. Harta de tanto chapoteo entré en el comedor para echarle un chorreón de chinchón al agua del acuario.

El suelo estaba chorreando. Lo pisé, patiné, di una vuelta en el aire y caí contra el suelo dándome una costalada que me dejó baldada para todo el día. Pero eso no fue lo peor. La Cotilla, la abuela y Andresito, no podían parar de reír. Y claro, me enfadé. - "Para una vez que estás graciosa no nos digas que paremos, boba de Coria jajajajajaja" 


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