jueves, 6 de octubre de 2016

La tormenta.

Sonó el teléfono. Era la abuela. - "Asómate al balcón, carita de azucena" (canturreó) - ¿Te ha dado un aire? - "Venga que no tengo todo el día, boba de Coria" - Veo que estás bien. Me habías preocupado. - Me asomé y allí estaba ella, con chanclas, albornoz, sobrero de paja, gafas de sol y la sombrilla asomando por la ventanilla del rolls royce - "¡¿Te vienes a la playa?!" - ¡¿Hoy? Ni hablar. Va a llover. Mira que negro está el cielo!. - "¡Son nubes de paso¡" - Hablábamos a grito pelado a causa de los pitidos de los coches que no podían pasar por el mal aparcamiento de costumbre.

- "¡Venga, vamos!" - ¡Que no vengo! - "¡¿Cómo se puede tener una nieta tan inútil? Hay te quedas!"

Una hora después cayó un chaparrón que inundó la calle. El viento huracanado arrancó ramas de los árboles. Los relámpagos iluminaban la negrura que había traído la tormenta. Los truenos ponían la música y el granizo el repiqueteo de acompañamiento. ¡Menuda la que se lió!

Me preparé una copita de chinchón que compartí con Pascualita mientras mirábamos la televisión. En la pantalla salían escena de los desastres que había causado en Palma la tormenta: terrazas de bares arrasadas. Coches cubiertos de agua en garajes, choques... También en el mar el temporal había echo estragos con los yates y barcas, diques destrozados y una mujer a la que los bomberos estaban rescatando en esos momentos... ¡la abuela!

- ¡Mira, Pascualita! - Inexplicablemente, estaba subida en lo alto del palo de un velero en postura de bandera hondeando al viento. - ¿Cómo se habrá subido ahí? - Pepe, al que había ido a buscar para que no se perdiera el espectáculo, estaba tan asombrado que no dijo nada - Que soso eres, hijo. - La sirena no le quitaba los ojos de encima y cuando vio a un bombero que tiraba de ella hacia abajo, saltó hacia la pantalla con la dentadura de tiburón hacia afuera para defender a su amiga.

El dueño del velero tenía la cara desencajada. - He visto un bulto que venía volando y se ha quedado enganchado en el palo mayor ¡Ha sido el susto más grande de mi vida! Pensé que me rompía el palo. - ¿Qué haría ésta mujer tan vieja, en bikini, en plena tormenta? - Me estremecí. El locutor había dicho la palabra prohibída ¡VIEJA! - Una mano apareció en la pantalla a la velocidad del rayo, estrellándose contra su coronilla. Sonó un ¡¡¡PLAFFFF!!! seguido de un alarido penetrante - ¡AAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYY! ¡¡¡Jopé. Menudo pescozón le ha arreado!!!  Es una buena señal ¡Está viva! - Y brindamos por ello.


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