lunes, 17 de octubre de 2016

Yo también trapicheo.

La abuela lleva un buen rato tamborileando en la mesa con los dedos. Estaba como ida. Le hablaba y no me contestaba así que me puse unos algodones en las orejas  y seguí desayunando.

No la oía pero le veía los dedos y acabó por ponerme de los nervios. Le pregunté de sopetón: - ¿Qué tal está el loro de tu marido? - Los dedos cesaron de moverse. - "¿A qué viene ésta grosería?" - Es una pregunta inocente, abuela. - "¡No me grites!"

Me quité los algodones y recuperé la audición - Pregunto por el loro Correa que le regalaste al abuelito. - "Ah, bueno... Está un poco ronco. Se pasa los días hablando por los codos y se ha pasado de frenada." - Habrá visto algún gavilán rondando su jaula y preferirá callar antes de que lo callen. - "Puede que sea eso. Le tiene mucho aprecio a sus plumas verdes... ¿Te lo imaginas desplumado? jajajajajaja Sería como el Gallo de Morón, aunque más pequeño.?" - ¡Menuda imagen, abuela! jajajajaja

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Hoy traigo una pareja de holandeses. Pasad, pasad, estáis en vuestra casa (les dijo a nuevos turistas-clientes) - Cotilla tenemos que hablar. Tiene que subirme la cuota porque un 5% es muy poco para lo que me arriesgo. - ¡Habló Doña Avaricia! - ¡Quiero un 20%! - ¡¿Queeeeeeeeeeeee?! ¿Has visto la cruz que tengo con tu nieta?

Los holandeses, plantados en medio del comedor, nos miraban si entender. Entonces la mujer se acercó al acuario psicodélico haciendo aspavientos ante las luces de colores que subían y bajaban. - La abuela y yo nos miramos preocupadas por si a Pascualita le daba por salir a ver qué pasaba.

La holandesa miraba y remiraba. - A ésta le pasa como a mi (comentó la Cotilla) le parece raro tener un trasto de éstos sin peces ¡Es que tu nieta no es normal! ¿Quién se va a arriesgar a hacerle un biznieto sabiendo que puede parecerse a ella?... ¡Vamos a ver el cuarto, misters, que yo tengo que ir a ponerle velas al altar de los Amigos de lo Ajeno y una muy especial a mi gurú Luis Bárcenas para que salgan con bien del injusto Juicio que les están haciendo.

- ¡Cotilla, no me caliente! Me niego a que encienda fuegos en la salita si no hay un bombero de calendario vigilando. - ¡Eres una obsesa sexual, boba de Coria! - En ese mismo momento Pascualita subió como una exhalación desde el fondo del acuario, se asomó, escupió en el ojo a la holandesa, que ni la vio venir y desapareció bajo las algas. Fue visto y no visto.

Lo que fue digno de ver fueron las carreras, gritos, berridos, llantos y crujir de dientes de la extranjera. El agua envenenada, salida de la boca de la sirena, le produjo un dolor terrible. Cuando, entre todos, logramos sentarla le di chinchón hasta que se calmó y se durmió. Su marido, asustado, también tuvo su ración especial y poco rato después dormían los dos. La Cotilla, trémula, dijo: - No entiendo porque le molesta tanto a tu primer marido, que hospede extranjeros aquí. (comentó a la abuela) - Mi primer abuelito está descontento con usted porque me explota laboralmente (dije muy seria) - Está bien... Ni para ti... ni para mi... Te daré un 15%.

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