miércoles, 21 de diciembre de 2016

Natación en el foso del castillo de Bellver.

La Cotilla está encantada de la vida. Ha ocurrido algo que le hará ganar dinero a espuertas.

Su cabeza, siempre pensando en nuevos negocios que la ayuden a llegar a fin de mes, ha ideado uno. Gracias a las lluvias abundantes de éstos días, el foso del castillo de Bellver se ha llenado de agua casi hasta arriba y ella propone un nuevo deporte de riesgo: nadar en el foso procurando no servir de desayuno a los peces que pondré. -  Habrá dos precios, me dijo. - ¿Pero es que va a cobrar a las más que  posibles víctimas? - ¡Claro! Menudo negocio haría si no cobrara. Una carrera de ida costará cinco euros. Una de ida y vuelta, seis. - ¿Será más cara? - Si, por las vendas, agua oxigenada, tiritas, etc. para curar los muñones. Se ve que no te ha llamado Dios para el arte del negocio.

Poco o ningún éxito tendrá su propuesta ¿Quién se va a tirar al foso? ¡Nadie en su sano juicio! - Huy, hay mucho picajoso por ahí. - ¿Cúal es el premio? - Una ensaimada grande. -  No funcionará. - Que poco conoces a los mallorquines. Todos querrán bañarse donde no lo ha hecho nadie desde la Edad Media.

La abuela, sentada en la butaca de la salita, con una copa de chinchón en las manos, dio el visto bueno a la proposición de la Cotilla. Al día siguiente las farolas de Palma aparecieron llenas de pasquines anunciando: Una gloriosa prueba de natación ¡en el foso del castillo de Bellver! No será una carrera sosa. Habrá un aliciente añadido ¡pirañas del Amazonas! que pondrán la nota exótica. Y los gritos de los espectadores serán la música de fondo. Se batirán récords mundiales de velocidad ¡Garantizado!

Debo reconocer que me equivoqué porque la lista de inscritos no paraba de crecer. Se lo comenté a Pascualita mientras saltaba, una y otra vez, en su taza de cola cao. - Gracias a la Cotilla vamos a tener el mayor número de mutilados de España. No pienso ir a ver esa masacre.

La voz antigua de la Retatara llegó hasta mi: - ¡No pienso perdérmelo! - ¿Vas a participar? - Naturalmente ¿no querrás que gane un forastero o un extranjero en lugar de un mallorquín? - Me convenció. - ¡Eso nunca!

 Pascualita saltó hasta mi cabeza y llevada por el entusiasmo, en un minuto me dejó calva. Menos mal que ésta vez, no me mordió.

Y me apunté a la carrera... aunque en seguida me arrepentí.

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