jueves, 8 de diciembre de 2016

Por tonta.

Pasé la mañana sola con mis fantasmas, Pascualita y Pepe. Por una vez que deseaba ver a la Cotilla,  no vino ni a desayunar. Llamé a la abuela. - "¿Para eso llamas?" - ¿Te ha traído setas? - "Le preguntaré a Geoooorge que para eso es el mayordomo... Dice que no"

No me quedó otra que llamar al cuartel de la guardia civil. - Perdone, ¿sabe si han detenido a una mujer llamada Cotilla? - ¿Eso es un nombre? - Más bien un alias... realmente, no sé cómo se llama. - Voy a ver... no figura nadie con ese nombre ¿Por qué tendría que estar detenida? - Ha envenenado a un montón de gente. - ¡¿Que me dice?! Ahora mismo salimos en su búsqueda. Descríbamela. - Pues... ¿qué quiere que le diga?... es vieja...,y ella pasaba desapercibida una persona que ni fú, ni fa..., los párrocos de bastantes iglesias la conocen porque límpia sus cepillos... hummm ...  Trapichea para poder llegar a fin de mes... Es fan de Luis Bárcenas y le monta altares en mi casa... - ¿En su casa? entonces la conoce bien ¡Pues diga cómo es, puñeta!

Estuvimos un buen rato intentando recordar sus rasgos, color de pelo, estatura, etc. etc. Ahí me di cuenta de que la abuela eclipsaba a su amiga cuando estaban juntas con su personalidad, sus colores, abalorios, lentejuelas, etc. etc.

El guardia estaba fuera de sí. - ¡¿Cómo vamos a encontrar a esta mujer si no me dice nada de ella?! - Yo también me enfadé. - Le he dicho lo principal: que ha envenenado a gente inocente. ¡Y todo por culpa del Gobierno que le paga una pensión de hambre! - ¡Acabáramos! Así que hablamos de una terrorista. - Hablará usted, ¡yo hablo de la Cotilla! - ¿Sabe qué le digo? ¡Que está encubriendo a su amiga mientras ella roba el tesoro de la Catedral! - ¡¡¡Es usted tonto de remate!!! - ¡Y tú una terrorista de mierda! - ¡Oiga, no le consiento que me hable así! - ¡¿Me lo vas a impedir tú?! ¡¿Me estás amenazando?! - ¡¡¡Ya lo creo. En cuanto encuentre a la Cotilla le diré que le venda setas!!!

El guardia civil calló de pronto. Luego, titubeando, dijo: - ¿Se refiere a esa señora mayor que vende setas? - ¡Claro! - Haberlo dicho... Estoy deseando verla porque mi mujer me ha encargado que le compre dos kilos de setas y ella las lleva sanas y a muy buen precio ¡además son mallorquinas!

- ¿Me está diciendo que sus setas son buenas?... ¿No ha habido envenenamientos? - ¡Que va! - Colgué el teléfono. Notaba que la rabia subía garganta arriba. No podía consentir que, hasta mis fantasmas familiares se rieran de mi.

La Retatara miraba perpleja el teléfono. - ¿Le hablas a una cosa? (dije la lejana y antígua vocecita) - Déjate de historias. ¿Por qué dijiste anoche que las setas eran malas? - Porque lo eran. - ¿Venenosas? - Mucho. - ¡Cuentista! apunto estuve de tirarlas a la basura. Voy a hacerme una tortilla con ellas y quiero comérmela tranquila... ¿Entendido?

Un rato después me revolcaba por el suelo. - ¡Ayudádmeeeeeeeeeeeee! ¡Me mueroooooooo! Aaaaaaayyyyyyyyyyy - Desde el borde del acuario Pascualita se entretenía tirándome chorritos de agua envenenada. La kika me picaba, enfurecida por haberle hablado de mala manera a la Retatara. Ella veía lo mal que lo estaba pasando como quién oye llover. Pepe, como siempre, no decía nada. - ¿Por qué no... me... ayudas, Retátara? - No quiero molestar (su vocecilla sonó dulce) - ¿Estoy así por las... setas? - Te dije que las tiraras. - Pero... todas eran buenas. - Todas sí, pero estas, no



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